Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos
7 P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos Asturias de las Letras. En lo íntimo y lo universal se asienta la esplendorosa belleza de sus versos y el mensaje de sus metáforas. Los campos, caminos y veredas de Castilla conocen sus huellas. De la contemplación del pai- saje y de la realidad social de su tierra surge su canto, tan humano, tan profundo, con momentos de intensa ternura. El regreso a los lugares de su niñez, tan esencial en su poesía como el misterio, es una búsqueda de la sencillez, de la inocencia, de la pureza, de la amistad, del amor. Su voz va excavando así un cauce por el que fluyen los valores éticos, esenciales para la convivencia pacífica y fecunda. Todo ello llega muy al fondo de mí. En la búsqueda de la esencia de la arquitectura, y de espacios para hacer al hombre y al ciuda- dano más felices tiene el arquitecto Francisco Javier Sáenz de Oíza, Premio Príncipe de Asturias de las Artes, la base espiritual de su trabajo. Cree que el arquitecto debe ir siempre más allá, en una búsqueda incansable y tenaz. De ahí también su personalísima concepción de la arquitectura por la que se ha ganado la admiración y el respeto internacionales. La arquitectura es su auténtica pasión, la esencia misma de su vida; y esa pasión no tiene más códigos artísticos o estéticos que los de su propia creatividad. Es importante resaltar también su vocación por la enseñanza y en esta tarea cuenta con la admiración de sus alumnos que ven en él a un excelente creador y a un gran humanista. La semilla sembrada un día en una calle de Bilbao es hoy un clamor en el País Vasco. El prota- gonismo entre los vascos de la Coordinadora Gesto por la Paz, Premio Príncipe de Asturias de la Concordia, demuestra que es cierto, como se ha escrito, que sembrar es lo que importa, aunque, a veces, la helada o el cierzo arrasen flores y frutos. Es más fácil incitar al odio que desterrarlo y Gesto por la Paz está haciendo mucho para deste- rrar el odio y para que la concordia prospere y fructifique en esa querida tierra. Sois los represen- tantes de la nobleza de un pueblo que lucha sin armas para conseguir una sociedad más pacífica y justa, como se os ha dicho. Sois combatientes contra el miedo y por la libertad. Porque allí donde hay miedo no existe la verdadera libertad. En este acto tan decididamente inspirado en la exaltación de lo mejor de los seres humanos, uno mi voz a los que claman por la reconciliación y exigen el cese de la violencia. Por ello, quiero también expresar, una vez más, mi rotunda condena del terrorismo. Y al hacer memoria de todas sus víctimas, dedico un recuerdo emocionado a la última, cuya muerte nos afecta hoy tan directamente. Desde aquí hago llegar a su viuda y familia el testimonio de mi pro- fundo pesar. Afortunadamente, en esa tierra tan querida se ha acabado el tiempo del miedo, y ha comenzado el de la esperanza. Varias veces he mencionado a lo largo de mi intervención la palabra concordia. Ella resume la vida y la obra de mi abuelo, Don Juan de Borbón, pues dedicó sus mayores desvelos y sacrificios a construir la España de todos los españoles. Siento una honda tristeza al notar su falta. Bien sé con cuánto interés y cariño seguía cada año este acto. Por ello, esa llamada al corazón que a veces es el recuerdo, tiene hoy en mí un eco de nostalgia, de amor y soledad. Una soledad solo atenuada por la convicción de que su ausencia no es silencio: su legado moral y su invocación permanente a la uni- dad y a la reconciliación quedan entre nosotros para siempre como llama viva de amor a España. Lleno de esperanza regresaré mañana a Estados Unidos para continuar mis estudios. Llevo, una vez más, vivencias y emociones inolvidables. Estoy seguro de que allí recordaré estos versos entrañables que aprendí un día aquí: Agora, nun te suaño yá. Nun me fai falta preguntar por ti. Pertiénesme yá equí, endientru to alma, Asturies, Patria querida.
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