Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos
P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos 7 Discurso XV Un año más regresamos a esta querida tierra para participar en este solemne acto, siempre tan revelador y emotivo. «Deus quer, o homen sonha, a obra nasce», Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace. Tal vez estas palabras de Fernando Pessoa, con su concisión de lema heráldico, sean un hermoso símbolo de lo que ha sido la vida de estos premios que hoy cumplen quince años. Lo que primero consistió en un ilusionado sueño, hoy, por el esfuerzo de muchos y porque Dios lo quiso, es una hermosa realidad, una obra cumplida, abierta con la fuerza de la esperanza a nuevos horizontes y al futuro. Regresar cada año al Principado de Asturias y entregar los premios que llevan mi nombre es para mí, por todo ello, especialmente grato. Agradezco a los jurados sus altas miras, su sintonía con los valores que queremos enaltecer, su independencia de criterio y, en fin, su acierto. Ellos nos han entregado lo que sobrevive: la obra y el ejemplo que no mueren. Expreso también, una vez más, mi gratitud a nuestros patronos, así como a las autoridades y al creciente número de personas que contribuyen a que estos premios sean, ante todo, una gran obra de los españoles unidos. Esta querida tierra de Asturias y el ejemplo de algunos de sus mejores hijos vuelven a confluir este año en un nombre: el del poeta, crítico y profesor Carlos Bousoño, al que se le ha con- cedido el Premio Príncipe de Asturias de las Letras. En él, asturiano de nacimiento, se aúnan valores que rara vez se dan juntos: es, de una parte, un poeta que a lo largo de medio siglo ha ido enriqueciendo la tradición lírica española con poemas ejemplares, y es además un científico, un teórico de la literatura, un pensador que ha tratado de llegar más allá que ningún otro de su tiempo en la iluminación de los secretos mecanismos que hacen posible el milagro del arte. La obra poética de Carlos Bousoño supone un ahondamiento en los problemas del hombre, desde una reflexión marcadamente existencial. A los salmos puros y a las odas celestes de sus pri- meros libros, escritos todavía en plena adolescencia y llenos de fervor religioso, sucedió una oscura noche del sentido de la que trató de salir dejándose invadir por la realidad. El poeta nos recuerda que están contados los latidos del corazón humano, pero nos dice también que la humildad y el reconocimiento de las cosas sencillas —una flor, un jarro, una mano entregada— salvan la vida. En el caudal sin fondo de nuestra universal novela, señala don Quijote que «los historiadores deben ser puntuales, verdaderos y no nada apasionados, y que ni el interés ni el miedo, el rencor ni la afición, les haga torcer el camino de la verdad, cuya madre es la historia, émula del tiempo, depósito de las acciones, testigo de lo pasado, ejemplo y aviso de lo presente, advertencia de lo porvenir». Una magnífica definición esta para referirse a los dos grandes historiadores que han sido galardonados con el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, Miquel Batllori y JoaquímVeríssimo Serrão. El fino espíritu y la laboriosidad del pueblo catalán tienen en nuestros días una cumbre en el padre Miquel Batllori, una persona sabia y flexible. Muchos son los temas espirituales e historio- gráficos abordados por él, pero resulta significativo que su interés se haya dirigido, precisamente y de manera especial, hacia unas áreas y autores en los que la cultura catalana se abre a lo universal, y al abrirse se fertiliza, a todos enriquece y a todos enseña. Humanismo y afán de renacimiento brillan en los frutos que Batllori nos ha ofrecido. Las edi- ciones preparadas por él de autores como Arnau de Vilanova, Ramón Llull o Baltasar Gracián, nos «“Dios quiere, el hombre sueña, la obra nace”. Tal vez estas palabras de Fernando Pessoa, con su concisión de lema heráldico, sean un hermoso símbolo de lo que ha sido la vida de estos premios.» Ver vídeo
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