Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos
4 O viedo | T eatro C ampoamor | 8 de noviembre de 1996 Es muy difícil la vida de un músico, como difícil es el arte en sí. Todas las carreras artísticas van por caminos difíciles, pero cuando se tiene verdadera vocación, ser músico es bonito, mejor dicho, divino. Hay que ser por encima de todo leal y auténtico con uno mismo. Creo que, en efecto, lo que sobrevive de nosotros es aquello que es superior. No importa ponerle nombre de añadidura, para los que nos dedicamos a una labor de creación, resultaría especialmente amargo, especialmente triste, admitir lo contrario, admitir que todo acaba con la muerte. A menudo componiendo música he tenido la sensación de que todo lo bello, y el espíritu lo es, ha de perdurar. Creando influimos sobre la inmortalidad, colaboramos con ella 1 . 1 Joaquin Rodrigo no puedo viajar a Asturias debido a su avanzada edad y a su delicado estado de salud. Recogió el galardón en su nombre su hija, Cecilia Rodrigo. Cecilia Rodrigo, en nombre de su padre, Joaquín Rodrigo — Premio Príncipe de Asturias de las Artes 1996 Fragmento del discurso ofrecido con motivo de la entrega del Premio Príncipe de Asturias de las Artes el 8/11/1996. La Europa de hoy no es solo el magnífico proyecto construido a lo largo de los últimos decenios. Los planos de la casa europea que estamos edificando ahora son más antiguos. Las ideas, las tra- diciones, la historia en que se basa esta casa común nos une a todos y es la base decisiva. Sabemos que la economía tiene mucha importancia, y la dimensión social y la seguridad, pero pensamos que lo más fundamental es la cultura. Y si digo esto no me refiero únicamente a las obras maestras de la literatura, la música, la pintura o a monumentos inigualables. Estoy pensando sobre todo en el espíritu que impregna esas obras de arte y les confiere su grandeza y belleza a través del tiempo y por encima de las fronteras. En este espíritu confluyen tanto la filosofía de la Antigüedad clásica y del humanismo como la racionalidad de la Ilustración y naturalmente sobre todo la impronta vivificadora del Cristianismo. De la conciencia de esos orígenes comunes surgió el ideal europeísta. Ese ideal abarca también un sistema de valores de vigencia intemporal, con el cual queremos forjar un futuro humano. Este sistema de valores se basa en la unicidad del ser humano, en el respeto de la vida, en el respeto de la dignidad humana y de las libertades públicas individuales. Helmut Kohl fue canciller de Alemania entre 1982 y 1998. Hasta 1990 fue canciller de la República Federal de Alemania y después de esa fecha, hecha la reunificación, de toda Alemania hasta 1998. — Fragmento del discurso ofrecido con motivo de la entrega del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional el 8/11/1996. Helmut Kohl — Premio Príncipe de Asturias de de Cooperación Internacional 1996
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