Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos
P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos 7 Discurso XVI Una vez más, con emoción y esperanza renovadas, regreso a este Principado de Asturias y a esta hermosa capital, cargada de historia común, para presidir el acto de entrega de los premios que llevan mi nombre. España, desde esta tierra que con tanta hondura la siente, rinde homenaje a unas personali- dades que con su trabajo y su sacrificio dignifican a la comunidad humana, enriquecen su pen- samiento, la hacen así más libre y la impulsan hacia nuevos y prometedores caminos. Porque los premios cobran sentido cuando sirven de estímulo y ejemplo para todos, al subrayar el esfuerzo y la dedicación de quienes los merecieron y los reciben. Y a esto han dedicado su vida los premiados de este año: al trabajo continuo y sin desmayo, que los convierte en hombres que buscan sin cesar el bien común. Gracias a su presencia entre nosotros —que nos ha permitido escuchar hoy palabras inolvida- bles por su profunda sensibilidad—, vivimos un día gozoso que confirma nuestra fe decidida en el ser humano y en su aventura. Quiero dejar constancia de mi gratitud a los miembros de los diversos jurados sobre los que ha recaído la ardua tarea de examinar las numerosas y destacadísimas candidaturas presen- tadas y de conceder nuestros premios. Sé que no ha sido empresa fácil, porque nunca lo es elegir a los egregios de entre los mejores, y solo su firmeza en mantener un juicio recto e independiente y su riguroso sentido del deber, les ha permitido cumplir su cometido, en perfecta sintonía con los altos fines de la Fundación. Mi gratitud se acrecienta, si cabe, cuando tengo presente que nada de esto sería posible sin la extraordinaria generosidad de los patronos y protectores de la Fundación, entre los que deseo recordar con especial cariño a Plácido Arango, que durante ocho años la ha presidido con tanta ilusión, generosidad y eficacia, siguiendo el camino iniciado por su antecesor, el inolvidable Pedro Masaveu. Tras las suyas, la actual presidencia, encomendada a José Ramón Álvarez Rendueles, es una firme garantía de continuidad. Fiel a sus principios, la Fundación, con la ayuda de sus patronos y protectores, el trabajo de sus jurados, la eficacia de su equipo de trabajo, siempre presente aunque no bajo los focos, y el presti- gio de sus galardonados, mantiene la mirada puesta en un futuro lleno de ilusiones; unas ilusiones que evocan las de Don Quijote cuando salía al alba, lleno de gozo, a los campos de horizontes sin límites de España. Pero antes de pasar a hablar de cada uno de los premiados y ante las noticias de última hora, permítanme expresar mi profundo dolor por la muerte de tres misioneros españoles en la región africana de los Grandes Lagos que han perdido su vida desarrollando una ejemplar y valiosísima labor humanitaria. Esperamos y anhelamos que la comunidad internacional tome con urgencia las medidas necesarias para aliviar esta tragedia que tanto nos conmueve y que tan duramente lesiona la dignidad humana y los derechos fundamentales. El Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades ha sido concedido a dos per- sonalidades de excepción, IndroMontanelli y JuliánMarías, quienes, con maravillosa lucidez, hacen resplandecer el mandato bíblico que dice así: «Cumple tu deber, ocúpate de él, envejece en tu tarea». Ambos representan de manera ejemplar las mejores virtudes de la comunicación periodística y humanística: el amor a la verdad, el esfuerzo tenaz para huir de la rutina y de la superficialidad, el afán de independencia, y todo ello aun a costa de muchos sacrificios e incomprensiones. Nos halla- mos ante dos hombres que son admirables modelos de altruismo intelectual y de fortaleza moral, «España, desde esta tierra que con tanta hondura la siente, rinde homenaje a unas personalidades que con su trabajo y su sacrificio dignifican a la comunidad humana.» Ver vídeo
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