Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

9 P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos van a estar decisiva e inevitablemente ligados a la evolución y perfeccionamiento de este nuevo medio de comunicación universal. Debemos velar para que tal evolución se guíe por la ética, el equilibrio y la justicia, de modo que no ahonde aún más las diferencias entre unos países y otros, que no separe a las personas más de lo que ya están, en fin, que permita seguir mejorando la vida de los seres humanos en todos los rincones del planeta. El sociólogo británico Anthony Giddens ha sido galardonado con el Premio de Ciencias So- ciales. Director de la prestigiosa London School of Economics, uno de los centros de investigación y reflexión más importantes del mundo, al que Giddens ha llevado a su máximo esplendor, está considerado como uno de los más notables sociólogos del panorama internacional. Su obra ha sido y sigue siendo, en su especialidad, una de las más influyentes de nuestro tiempo y es, sin duda, la más leída y citada de su generación. Es, además, reconocida por sus innovadoras y agudas observaciones, que van más allá del terreno que abarca su ciencia para adentrarse en los campos de la historia del pensamiento, la estructura de clases, los nacionalismos, las relaciones de familia y el pensamiento político. Autor de numerosas e importantes obras que se han traducido a treinta idiomas, su libro So- ciología se ha convertido en un manual imprescindible en muchas universidades del mundo, en- tre ellas algunas españolas. Maestro de generaciones de jóvenes sociólogos, les ha hecho ver que algunas de las misiones más claras de la ciencia sociológica son cuestionar los dogmas, apreciar la variedad cultural y comprender el funcionamiento de las instituciones, para así aumentar las posibilidades de la libertad humana. Anthony Giddens ha reconstruido la tradición clásica de la sociología, adaptándola con maes- tría a la realidad contemporánea, en un impresionante esfuerzo de síntesis. Con todo, la parte más influyente de su obra ha sido la manera como nos ha explicado la modernidad reflexiva, es decir, cuáles son los rasgos constitutivos de nuestras sociedades y sus principales consecuencias. La im- prescindible obra de Giddens nos ayuda a entender nuestro mundo, nos acompaña y nos orienta ofreciéndonos, en definitiva, una reflexión radical sobre lo que pueden ser una vida y una sociedad mejores para todos en estos albores del siglo xxi. Una conciencia muy viva y original de este nuevo tiempo que transcurre entre dos siglos y la nostalgia de un mundo más solidario, humano y feliz en el que nunca falten la alegría de vivir, la esperanza y las ilusiones, fundamentan la obra cinema- tográfica de un norteamericano excepcional, Woody Allen, que ha recibido el Premio de las Artes. Woody Allen, cuya sensibilidad y talento despiertan ad- miración universal, es un genio que ha sabido combinar en su arte las tareas de director, actor y de guionista cinematográfico. Aunque él, con modestia, nos ha dicho que lo suyo es tan solo hacer reír, todos sabemos que sus películas tienen un sentido mucho más amplio y hondo que el del humor, con ser esta una de sus señas de identidad. Repa- remos en el sentido, a la vez angustioso y estimulante, que tienen en su filmografía la vida y la muerte, el amor y la religión, el psicoanálisis y las distintas formas del arte, el papel de la mujer y la ingeniosa y continuada crítica a una sociedad que renuncia cada día más a los imprescindibles y sencillos valores humanos. Al mismo tiempo, nobles sentimientos como la ternura y la modestia, la inteligencia sutil y la cordialidad, la emoción, la piedad, además de ironía a raudales, se entrecruzan siempre en la vida del personaje central de sus películas; un personaje original, inclasificable, que vive inmerso en un tiempo acelerado, un tiempo imprevisible y contradictorio, pero en el que se abre paso con una sensibilidad y una humanidad plenas de dignidad. Woody Allen ha centrado el mundo de sus películas en una urbe emblemática de nuestro tiempo, ahora herida por el fanatismo, la ciudad de Nueva York, a la que nos ha hecho contemplar no solo «Los hombres y mujeres que tan denodadamente trabajan en las estaciones científicas de la Antártida son la vanguardia de un proyecto fundamental para la vida de quienes nos sucederán.»

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