Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

10 O viedo | T eatro C ampoamor | 24 de octubre de 2008 Es cierto: los seres humanos no podemos vivir sin libertad. Sobrevivimos sin ella, pero no vivi- mos con plenitud. Esta es la lección más profunda que podemos extraer de la experiencia de Ingrid Betancourt. Y quienes tenemos la fortuna de poder denunciar situaciones tan injustas, tan duras, debemos defender la dignidad, la felicidad y el bienestar del ser humano en libertad. Por todo ello, reconocemos esta tarde su heroica resistencia, su victoria, la ausencia de rencor en su corazón, la grandeza de su ánimo. Quisiéramos asimismo recordar con cariño a las catorce personas que compartieron con ella su liberación; una liberación llevada a cabo de un modo impecable y valiente por las Fuerzas Armadas colombianas a las que felicitamos y a las que animamos en su trabajo sufrido y arriesgado. Animamos también a los gobiernos que, como el de nuestra hermana Colombia, trabajan por la consolidación del sistema democrático, las libertades cívicas, la convivencia pacífica y el final definitivo de problemas tan injustos y graves para la seguridad y la salud; para la estabilidad regional y las necesidades de desarrollo económico y social. Señoras y señores: A lo largo de estos años, muchos de nuestros premiados nos han alertado sobre los retos a los que la humanidad se enfrenta en estos comienzos del siglo xxi. Y muchos nos han hablado con lucidez y preocupación sobre distintos aspectos de un proceso en el que llevamos inmersos va- rias décadas: la globalización, que ha impulsado el acercamien- to imparable de las naciones hasta formar una auténtica aldea global, en la que —más que nunca— compartimos el futuro de nuestros destinos y las consecuencias de nuestras acciones. En ese marco, aprovechemos las oportunidades que nos ofrece la universalización de los sistemas de comunicación y transmisión del conocimiento. Trabajemos unidos para estabi- lizar y sanear, cuanto antes, el sistema financiero internacional. Busquemos entre todos encauzar correctamente la presión del desarrollo humano sobre el medio ambiente de nuestro planeta. Hagamos frente solidariamente a los desastres naturales y a las grandes emergencias. Y unamos nuestros esfuerzos para luchar con eficacia y mediante todos los instrumentos del Estado de Derecho contra el terrorismo, y contra todas las formas de crimen organizado. Estas realidades globales del mundo interdependiente en el que vivimos afectan a aspectos esenciales de nuestra existencia y condicionan nuestra libertad, progreso o bienestar. Y, por ahora, carecen de soluciones globales eficaces. Hemos oído reivindicar, desde este mismo escenario, la necesidad de respuestas colectivas a muchos de los retos mencionados; y sin embargo, pese a su importancia y aun reconociendo el valor y el esfuerzo de muchas iniciativas de distinto signo y origen, no se han abordado con la necesaria convicción, celeridad y contundencia. La reciente crisis financiera ha puesto de relieve tanto la verdadera amplitud y profundidad de ese proceso, como la necesidad urgente de superar los grandes riesgos y desafíos que plantea esta comunidad global que estamos construyendo. Revela lo imprescindible que resulta para las socie- dades y los estados tomar conciencia de la necesidad de que las instituciones ordenen y regulen la globalización; en definitiva, para ofrecer mayor confianza y esperanza a todos los habitantes del planeta. La gestión de este proceso requiere un gran esfuerzo de cooperación y concertación mundial. Precisa de un impulso, equilibrado y respetuoso con las responsabilidades de los estados, al tiempo que audaz, para que podamos hacer frente con determinación y visión de futuro a los retos que plantea. Y para que así, también, se puedan aprovechar mejor las ventajas que nos proporciona a todos este nuevo escenario mundial. Las tres últimas décadas son una muestra evidente de la voluntad de España de construir su futuro sobre la solidez de los valores democráticos y de situarse activamente en el escenario inter- nacional. Sobre esas bases, estoy convencido de que España está decidida a contribuir a ese gran esfuerzo multilateral para encauzar el proceso de globalización. «Es cierto : los seres humanos no podemos vivir sin libertad. Sobrevivimos sin ella, pero no vivimos con plenitud.»

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