Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos
11 P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos Y en ellos, nuestros representantes políticos tienen legítimamente la gran tarea de encauzar y dar respuesta a los graves problemas que vivimos, especialmente a los derivados de la crisis económica. No cabe mayor exigencia de compromiso y responsabilidad de los poderes públicos ante los ciudadanos. Los sacrificios que están haciendo tantos españoles, la grave preocupación e incertidumbre de otros muchos por su futuro, acentúan aún más ese deber de todas las institucio- nes del Estado de servir a los ciudadanos, de animar su vitalidad y confianza, atendiendo en todo momento a los intereses generales y teniendo como norte su bienestar. Afrontar las adversidades requiere también un compromiso de todos; un espíritu de colabo- ración compartido. Sabemos que el pesimismo, la resignación o el desaliento no nos acercan a la solución; y sé que no es nada fácil para muchos ciudadanos mantener alto el ánimo. Pero aun así necesitamos promover y alentar una conciencia social que valore lo mucho que tenemos de posi- tivo, que reconozca nuestras capacidades y fortalezas, potencie nuestra autoestima y nos ayude a proyectar una buena imagen de nuestro país; que alimente, en definitiva, la esperanza del conjunto de los ciudadanos. La crisis económica actual, nos obliga, además, a una reflexión rigurosa orientada a que ese espíritu colectivo recupere, también, valores extraviados en los últimos tiempos, aunque nunca definitivamente perdidos. Hoy, aquí mismo, nos hemos acercado a los ejemplos de generosidad, integridad, esfuerzo y excelencia que representan nuestros premiados. Son valores que dignifican a las personas y a sus obras. Son valores permanentes para nuestra sociedad, pues como afirma nues- tro Premio Príncipe de Asturias Tzvetan Todorov, «la ética es la mejor herramienta para proteger la riqueza de las naciones, su creatividad, sus peculiaridades y su capital social». Señoras y señores: Aun cuando nuestra preocupación prioritaria sea la crisis económica y cómo salir de ella, no debemos dejar de pensar también en la España que queremos en este siglo xxi. Estamos viviendo, desde hace años, cambios muy profundos que afectan a nuestro modelo de vida, a nuestra economía; incluso a la propia evolución política de Europa. Vivimos en una sociedad que acelera el tiempo y acorta las distancias; que hace de la transformación y el cambio la norma, la regla general; y que está dando lugar a un nuevo escenario de mayor complejidad para todos. Y debemos asumir que todo ello exige nuevas mentalidades y nuevas actitudes, nuevos comportamientos individuales y colectivos; exige elevar la mirada y ampliar nuestro horizonte ha- cia el futuro, con una mente abierta, con valentía y con ambición de avanzar y de estar en vanguar- dia; cultivando siempre, como dice nuestra premiada Martha Nussbaum, la capacidad de reflexión y el pensamiento crítico. Los españoles tenemos ante nosotros, en estos momentos, nuevos objetivos comunes en los que trabajar unidos, concen- trando toda nuestra energía para llevar a España por el camino del siglo xxi: que será, más que nunca, el siglo del conocimien- to, la ciencia y las nuevas tecnologías; de la innovación, la co- municación y la creatividad; también el siglo de un humanismo renovado. Esos objetivos implican grandes retos en un contexto inter- nacional en el cual tenemos que ser conscientes de que, como respuesta a la imparable interde- pendencia, el mundo avanzará cada vez más hacia una mayor integración política y económica. Necesitaremos más respuestas globales a los problemas que ya hace tiempo lo son. Esto supone afrontar enormes desafíos que solo podremos superar e influir en ellos a nuestro favor, si todos los españoles colaboramos y caminamos en la misma dirección. En ese camino también todos conocemos muy bien el valor de la convivencia. Desde el año 1978 millones de españoles hemos sido educados en libertad y democracia; hemos aprendido a expresar nuestras opiniones y a escuchar y valorar ideas distintas a las nuestras; también a resolver nuestras diferencias respetando las leyes en el marco de nuestro Estado de Derecho, que tantos sacrificios nos ha costado alcanzar. «Como Heredero de la Corona desempeño mis responsabilidades con ilusión, orgullo y plena confianza en nuestro futuro.»
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