Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos 7 Discurso XXXIV Fue el día 24 de septiembre de 1980 cuando un reducido grupo de asturianos constituyó nuestra fundación, la Fundación Príncipe de Asturias. Fue en una ceremonia, también solemne, celebrada en esta ciudad, bajo la presidencia de mis padres, los Reyes Juan Carlos y Sofía. Eran aquellos tiempos de incertidumbre y preocupación, pero sobre todo de especial ilusión y esperanza, eran tiempos de sueños de concordia y de libertad. Querían los fundadores con su iniciativa unirse a esos sentimientos, inspirados por el camino amplio y generoso abierto por la Constitución recién aprobada. Nacieron así los Premios Príncipe de Asturias, para vincular al Heredero de la Corona con el Principado y comprometerlo con la cultura y el humanismo; nacieron para agradecer y rendir homenaje a quienes se sacrifican por hacer un mundo mejor. Nacían, en fin, para reconocer a quienes quieren hacer de la vida una creación continua. Un año después —también de particular recuerdo—, siendo un niño, entregué en este mismo teatro los primeros premios y pronuncié mi primer discurso en público. Y así, apoyados en la fuerza de los sueños y las ilusiones, convencidos de que no hay nada que el coraje y el corazón no puedan conseguir plenamente, hemos caminado año tras año. Aquí escuché, escuchamos, lecciones magistrales, reflexiones lúcidas que alientan el ánimo de saber para comprender; poetas que han cantado a la libertad, a la vida. Hemos sido testigos aquí de palabras valerosas, sinceras y comprometidas. En cada edición, escuché —escuchamos todos—, siempre en medio de una profunda emoción, enseñanzas e ideas que han marcado y enriquecido mi vida; y seguro que la de muchos. Hemos hecho desde entonces una larga y fecunda navegación. Han pasado 34 años durante los cuales ha habido pocas horas de sosiego. Pero, pese a todo, hemos procurado no caer en la tenta- ción de ir hacia lo fácil, de ceder a la banalidad, la impaciencia o el desánimo. No hemos hecho concesiones a la rutina o a la complacencia. Se comprenderá, por todo ello, con cuánta emoción he re- gresado —ahora como Rey— para hacer entrega de los premios y presidir esta ceremonia. Se comprenderá cuánta gratitud guarda mi corazón, cuántos recuerdos y sentimientos inolvida- bles hay hoy muy dentro de mí. Se comprenderá también con cuánto cuidado y dedicación la Reina y yo educamos a nuestras hijas, Leonor, Princesa de Asturias, y la Infanta Sofía, para que también crezca en ellas un compromiso como el nuestro por esta noble causa y todo lo que representa. Pues en esta ocasión tan especial quiero dar las gracias a tantas personas que nos han ayudado, a quienes han trabajado con rigor y convicción, a los patronos y protectores, a los jurados, a los medios de comunicación y, por supuesto, a los asturianos, que tanto cariño nos entregan en cada visita que hacemos a Asturias. Damos las gracias también a la Reina Sofía, cuyo apoyo no nos ha faltado nunca estos años. Y, sobre todo, a nuestros premiados, que nos acompañan en esta ceremonia y que con su presencia la engrandecen. Ellos nos hacen evocar, un año más, su auténtico y hondo significado; y a ellos dedicaré ahora mis palabras. El arquitecto estadounidense Frank Gehry ha sido galardonado con el Premio de las Artes. En su obra destaca siempre la visión artística, la fuerza y la belleza con las que lleva a cabo sus proyectos. En España, la construcción del Museo Guggenheim de Bilbao supuso un acontecimiento único, no solo por su espectacular belleza, sino también por su impacto transformador en la ciudad. Asociamos el nombre y la obra de Gehry a la luz, al brillo de materiales nuevos; lo asociamos a una «Apoyados en la fuerza de los sueños y las ilusiones, convencidos de que no hay nada que el coraje y el corazón no puedan conseguir plenamente, hemos caminado año tras año.» Ver vídeo

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