Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

2 O viedo | T eatro C ampoamor | 29 de octubre de 1987 Premiados. Fragmentos Escuchad, Alteza, lo que os voy a decir, lo que os vengo diciendo, y pensad que no me mueve ningún otro afán que el de la verdad que me debo a mí mismo y el de la lealtad que a vos os debo. Sois el titular de este viejo Principado marinero y minero, agricultor y ganadero, industrial y comercial, literario, señorial y popular que presta su nombre a la benemérita Fundación que es hoy nuestra anfitriona y pienso que, como Premio Príncipe de Asturias que soy e interpretando el sentir de mis compañeros, los demás premiados a mayor mérito y justicia, me cumple agradeceros, en nombre de todos, vuestra presencia aquí y vuestra tutela. Y no solo por el galardón que recibimos sino por el hecho, no demasiado frecuente en nuestra historia, de que los tirios que mandan y los troyanos que obedecemos y pensamos y trabajamos y escribimos y hacemos, mejor o peor, aquello que debemos y creemos saber hacer, seamos capaces de reunirnos para festejar, con el corazón limpio y la voluntad abierta, un evento glorioso: el de la concordia que a todos nos salvará. Mis palabras son de paz porque nada sujeta más y mejor a la guerra que la mesura en el juicio y la actitud. Mesura hasta el sufrimiento, pedía Séneca a quienes se gozaban en el arte de pensar. Nuestra proporción del mundo requiere de una revolución, pero no de una revolución de demagogia y sangre, sino de profundo cambio económico, social, cultural, humanitario dentro de un genuino molde democrático. La solución de la ardua crisis iberoamericana no se logrará dentro del exclusivo marco nacional. Será necesaria una estrecha cooperación entre nuestros veinte pueblos así como una efectiva coordinación con los tantos pueblos, de otras latitudes, que hacen frente a problemas semejantes. Será necesario, imperioso, que se unan a esa tarea, más con espíritu de solidaridad que de cooperación, las dos grandes naciones genitoras, España y Portugal, que bien comprenden que además del bienestar material de los iberoamericanos, lo que está en juego es la heredad espiritual que ellos comparten. El venturoso ingreso de ambas naciones a la Comunidad Europea hace ahora posible que se asuma con nuevo vigor su histórica función y que sirvan de puente entre Iberoamérica y el mundo occidental para que este comprenda mejor los problemas de aquella, y ayude a resolverlos. Ahora bien, como nadie duda ya de que el mundo se torna más y más interdependiente, que solo el bienestar de todos los pueblos del mundo puede garantizar una paz universal y auténtica, no tenemos acaso el derecho de esperar y hasta de exigir la contribución a nuestro pleno desarrollo de los países del mundo más desfavorecidos. Por cierto, que comprendo que para comprometer en el desarrollo de nuestra región a los países poderosos de otras áreas, que, como es natural, atienden a otros intereses, no puede bastar mi «iberoamericanista» planteamiento. Se requiere por ello que nuestros gobiernos inspiren respeto, merezcan el apoyo que solicitan, demuestren que no son el tonel de las danaides: quiero decir que nuestro subcontinente, que no sabe ni quiere mendigar, debe hacer el gran esfuerzo nacional, que ya han hecho tantos de sus países, de afianzar la democracia, pero la verdadera; de fortalecer su economía con una sabia y honesta gestión de su hacienda, de mejorar las condiciones sociales mediante el respeto de los derechos de hombres y mujeres en toda su vasta variedad. No debemos olvidar, jamás olvidar, que el desarrollo no es únicamente progreso material. Camilo José Cela — Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1987 Javier Pérez de Cuéllar — Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Iberoamericana 1987 Javier Pérez de Cuéllar fue Secretario General de Naciones Unidas desde 1982 hasta 1991. — Fragmento del discurso ofrecido con motivo de la entrega del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Iberoamericana el 29/10/1987. Fragmento del discurso ofrecido con motivo de la entrega del Premio Príncipe de Asturias de las Letras el 29/10/1987.

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