Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos 5 Discurso XIV Regresar al Principado de Asturias y a Oviedo, su milenaria capital, acogedor recinto de espléndi- das aventuras de la creación y de la inteligencia, para entregar los galardones que llevan mi nom- bre, me conmueve y me llena de alegría. La emoción con la que estamos viviendo esta ceremonia arranca desde lo más íntimo de los mejores sentimientos humanos, pues quienes han recibido nuestros premios han llevado la armo- nía allá donde había discordia, esperanza donde había desesperación, ciencia donde había oscu- ridad, ilusión donde había desánimo. Otros nos acercaron con su imaginación y su arte al mundo maravilloso de la belleza, o nos deslumbraron con sus hazañas deportivas. De todos ellos se podrá decir siempre, como en un conmovedor verso, que su corazón no ha latido en vano. Agradezco muy profundamente a los jurados que los han elegido las altas miras con que han desarrollado su delicada tarea y la sensibilidad con que han sabido captar el espíritu y las metas de nuestros galardones. En este momento de gratitudes, quiero referirme un año más a quienes también contribuyen de manera decisiva al engrandecimiento de la Fundación: sus patronos y las autoridades del Prin- cipado, entre las que quiero destacar de manera especial a su presidente y al alcalde de esta ciudad. Estoy seguro de que seguiremos teniendo su ayuda para afrontar los nuevos retos que nuestra institución habrá de acometer en los próximos años. Y finalmente, también, mi gratitud para los medios de comunicación, tantas veces aliento de las mejores conquistas de nuestra sociedad. Con generosidad y eficacia nos ayudan a difundir el mensaje de nuestros galardones. Aurelio Menéndez, Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales, es un digno heredero de aquella Universidad de Oviedo en la que, en el tránsito del siglo pasado a este, un grupo de insignes profesores propugnó y logró una renovación de la docencia y una presencia extraordinariamente fructífera en la sociedad es- pañola, pues soñaron para España una universidad guiada por la primacía del mérito, innovadora y abierta. La labor del profesor Menéndez como maestro del derecho mercantil ha sido extraordinaria, y sin su obra, que tiene como norte la defensa de los derechos humanos, no se podría explicar el progreso y la renovación de esta disciplina. En él se da la circunstancia de haber sido un eficaz coordina- dor de mis estudios universitarios. Al agradecerle públicamente sus consejos y su generosa dedicación al perfeccionamiento de mi formación, quiero recordar con especial cariño y gratitud, cuando estoy en la recta final de mis estudios, a todos mis maestros y profesores. Han querido inculcar en mí el amor por el conocimiento y la belleza y la bondad de la toleran- cia, de la justicia y del espíritu creador de la libertad. Me enseñaron también que lo importante es el saber que progresa, es decir, la cultura, la huella que el saber va dejando en el alma con el estudio y la formación continuados. Desde la profunda convicción de que los países en vías de desarrollo han de enfrentarse, in- cluso en solitario, a sus propios problemas, el doctor Manuel Elkin Patarroyo, Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica, logró, con escasísimos medios y con un equipo de abnegados y entusiastas colaboradores, una vacuna sintética que está revolucionando la lucha contra la malaria. De la magnitud y la trascendencia de su descubrimiento dan fe los datos más recientes publi- cados por la Organización Mundial de la Salud, según los cuales la malaria afecta a entre 200 y 400 millones de personas, y como consecuencia directa de la infección, tres millones de niños, la mayor «Quienes han recibido nuestros premios han llevado la armonía allá donde había discordia, esperanza donde había desesperación, ciencia donde había oscuridad, ilusión donde había desánimo.» Ver vídeo

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