Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

11 P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos por proporcionar a su país una nueva dimensión política y económica y su inteligente contribu- ción a la difícil tarea de la reunificación alemana hacen de él un punto de referencia inexcusable en este histórico proceso. En su persona, señor canciller, saludamos a quien tantos desvelos ha dedicado y sigue dedican- do a una Europa nueva, heredera de Carlomagno y de Carlos V, amante de sus raíces y tradiciones, que extrae de su diversidad lingüística y cultural y del tesoro incomparable de sus expresiones ar- tísticas las energías necesarias para construir un hogar común y un espacio de encuentro que haga saltar las viejas barreras y la inercia de los tópicos que tantas veces nos han separado. Europa es una convicción de la que participamos y una esperanza por la que trabajamos. Ha- cerla realidad constituye una honrosa tarea a la que su ejemplo, señor canciller, nos invita y esti- mula. El sentimiento europeísta de los pueblos de España, que se ha ido forjando a través de los tiem- pos, y en el que Asturias tuvo su propio papel, tiene continuidad en nuestros mejores intelectuales de este siglo. Todos ellos piensan y escriben sobre una Europa unida en la diversidad, respetuosa con la pluralidad de sus elementos integrantes y cercana a las preocupaciones reales de la vida de sus ciudadanos. Unas ideas que tienen, señor canciller, muchos puntos de encuentro con las que usted defiende. El reino astur enriqueció además su perspectiva, ya en sus comienzos, con acentos europeos, tal como demuestran sus relaciones con el imperio carolingio. Fueron también sus monarcas quie- nes promovieron el culto al sepulcro de Santiago, cuyo nombre lleva el Camino que hizo germinar los más antiguos vínculos de solidaridad entre los pueblos de nuestro continente. Asturias, que se siente orgullosa de su participación en esta aventura desde sus orígenes, en que al amparo de los Picos de Europa y de la montaña de Covadonga plantó su escudo en defensa de los valores a cuya sombra hoy aún nos acogemos, espera encontrar la solución, por su propio esfuerzo, a los problemas que los nuevos tiempos le plantean, como lo ha hecho a lo largo de la historia, pero también con el apoyo, la solidaridad y la comprensión de todos. En este camino, Asturias contará siempre con mi estímulo y mi constante aliento. Salvador de Madariaga, que fue europeo por vocación y por ejercicio, definió con sabias y bellas palabras el ser de Europa y el sentido del camino común de sus pueblos: «Europa —escri- bió— se crea al confluir dos grandes tradiciones: la socrática, que pide libertad de pensamiento, y la cristiana, que pide respeto para la persona». Y sigue diciendo: «Europa no es solo un mercado común; es también y sobre todo una fe común en el valor del hombre y de la libertad». Muchas gracias.

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