Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

4 O viedo | T eatro C ampoamor | 23 de octubre de 1998 Ninguna de nosotras es visionaria ni santa. Simplemente, como seres humanos, trabajamos para que la comunidad internacional —y los estados que la componen— pongan en práctica los principios recogidos en la Declaración Universal de los Derechos Humanos cuyo cincuentenario celebramos este año. Para que se apliquen las disposiciones que solemnemente han firmado y ratificado. Y me pregunto: ¿es que en realidad podemos hablar de celebración cuando en este final de siglo se suceden las violaciones sistemáticas de los derechos más elementales, cuando hay más de 23 millones de refugiados y desplazados —en su mayoría mujeres y niños— a causa de los conflictos que se multiplican desde los Grandes Lagos hasta Kosovo o Afganistán?, ¿cuando más de mil millones de personas viven en la más absoluta miseria en este planeta que, por otro lado, ha conocido los avances más espectaculares en la ciencia y en la tecnología? Yo creo que no, que no hay mucho que celebrar. Creo que, por el contrario, la humanidad está volviendo a la barbarie en este final de siglo. Nunca he sido yo feminista en el sentido estricto y militante de la palabra. No creo que baste ser mujer para ser mejor. Y no basta tampoco ser hombre para ser mejor. Pero ello no me ha impedido en modo alguno luchar por las personas de sexo femenino. Se trata, sencillamente, de la defensa de todas aquellas personas, ya sean hombres o mujeres, a las que se les niega la plenitud de sus derechos fundamentales. Y cuya dignidad humana es despreciada o simplemente cuestionada. Emma Bonino — Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional 1998 Emma Bonino era, en 1998, Comisaria Europea de Consumo y Pesca y responsable de la Oficina europea de ayuda humanitaria (1995-1999). — Fragmento del discurso ofrecido con motivo de la entrega del Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional el 23/10/1998.

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