Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

6 O viedo | T eatro C ampoamor | 22 de octubre de 1999 Agradezco de forma especial la presencia en este acto del presidente Andrés Pastrana de Co- lombia, que pone de relieve lo mucho que este pueblo admira la tarea desarrollada por el Instituto Caro y Cuervo. Y quiero expresarle también, señor presidente, que en España vivimos, como si fueran nuestros, los obstáculos que se oponen al esperanzador proceso de paz que allí se ha inicia- do y hacemos votos para que culmine con prontitud y éxito. Por segunda vez, los jurados premian el fecundo hispanismo británico, este año en la persona del historiador Sir Raymond Carr, al que se le ha concedido el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales. Objetividad, rigor científico, visión global, son algunas de las virtudes que adornan la vida y el trabajo de este profesor de la Universidad de Oxford y miembro de la Real Academia Británica. Como ha dicho de él su colega y también receptor de nuestro premio, Sir John Elliott, el profesor Carr ha hecho una aportación de la máxima importancia a nuestro conocimiento de la historia de España en los siglos xix y xx. Las nuevas generaciones de historiadores, tanto dentro como fuera de nuestro país, se han be- neficiado de los caminos por él abiertos. Su libro sobre España entre los años 1808 y 1939, y otras publicaciones posteriores, han aportado una visión innovadora y veraz a la historia de la España contemporánea, situándola dentro de su contexto europeo. Ha contribuido así a la mejor com- prensión tanto de la guerra civil del 36 como de nuestra transición a la democracia. Además de sus publicaciones, que ya son por sí mismas prueba de un historiador de dotes excepcionales, hay que subrayar su gran impulso a la renovación historiográfica de España desde su magisterio como director del St. Anthony’s College de la Universidad de Oxford. Durante esos años, el Colegio llegó a ser un brillante centro intelectual para el estudio de España y del mundo hispánico. En él se formaron estudiantes españoles e hispanoamericanos que más tarde participa- ron directamente en el cambio político y cultural de sus respectivos países. El estímulo intelectual promovido allí por el profesor Carr fue imprescindible para el éxito de esta empresa tan creadora y de influencia permanente. Ha recibido hoy el Premio Príncipe de Asturias de las Artes el arquitecto valenciano Santiago Calatrava. Su original entendimiento de los volúmenes, el empleo de nuevos materiales y técnicas y la búsqueda de una estética juvenil e innovadora, además de su gran prestigio internacional, han sido con toda seguridad factores determinantes para que el jurado se haya decidido por su candidatura. La imaginación, la clara creatividad, son también características inconfundibles de su arquitectura, a la vez tan española y tan meridional. Sus obras comparten peculiaridades y virtudes de otras formas del arte y del conocimiento. Esta interrelación se da en la combinación magistral de la arquitectura, la ingeniería, la escultura, el diseño o la filosofía, haciendo de su labor una expresión duradera de utilidad y estética contemporánea. San- tiago Calatrava ha sabido combinar con acierto la práctica de su profesión con la de la docencia en el Instituto de Estática de la Construcción de Zúrich. Por la energía y versatilidad que ha puesto en su trabajo, cobra actualidad aquel pensamiento de los maestros renacentistas para los que la sabiduría era hija de la experiencia y del amor por la obra bien hecha. El Premio Príncipe de Asturias de las Letras ha sido otorgado al escritor alemán Günter Grass, a quien, en primer lugar, todos felicitamos también por la reciente concesión del Premio Nobel de Literatura. Como consecuencia de su condición de creador de mundos literarios nuevos, Grass es el autor de algunas de las novelas más significativas que se han escrito en la segunda mitad de este siglo. En ellas, convertidas a menudo en metáforas o parábolas de la sociedad actual, la fuerza y la expresividad de su prosa alcanzan las más altas cimas. Por ello ha sido reconocido también como uno de los más vigorosos renovadores de la lengua alemana. Narrador de su tiempo, autoridad moral para muchos, crítico social, objetor cívico, intelectual «Jamás subrayaremos suficientemente, por tanto, la importancia que nuestra lengua tiene para los pueblos de España y, a la vez, para las naciones hermanas del otro lado del Atlántico.»

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