Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

4 O viedo | T eatro C ampoamor | 26 de octubre de 2001 Érase una vez un tiempo —y parece muy lejano ya— en el que existía una figura respetada, la per- sona culta. Él —solía ser él, pero con el tiempo pasó a ser cada vez más ella— recibía una educación que difería poco de un país a otro —me refiero por supuesto a Europa— pero que era muy distinta a lo que conocemos hoy. William Hazlitt, nuestro gran ensayista, fue a una escuela a finales del siglo xviii cuyo plan de estudios era cuatro veces más completo que el de una escuela equiparable de ahora: una amalgama de los principios básicos de la lengua, el derecho, el arte, la religión y las matemáticas. Se daba por sentado que esta educación, ya de por sí densa y profunda, solo era una faceta del desarrollo personal, ya que los alumnos tenían la obligación de leer, y así lo hacían. Este tipo de educación, la educación humanista, está desapareciendo. Cada vez más los gobier- nos —entre ellos el británico— animan a los ciudadanos a adquirir conocimientos profesionales, mientras no se considera útil para la sociedad moderna la educación entendida como el desarrollo integral de la persona. La educación de antaño habría contemplado la literatura e historia griegas y latinas, y la Biblia, como la base para todo lo demás. Él —o ella— leía a los clásicos de su propio país, tal vez a uno o dos de Asia y a los más conocidos escritores de otros países europeos, a Goethe, a Shakespeare, a Cervantes, a los grandes rusos, a Rousseau. Una persona culta de Argentina se reunía con alguien similar de España, uno de San Petersburgo se reunía con su homólogo en Noruega, un viajero de Francia pasaba tiempo con otro de Gran Bretaña y se comprendían, compartían una cultura, po- dían referirse a los mismos libros, obras de teatro, poemas, cuadros, que formaban un entramado de referencias e informaciones que eran como la historia compartida de lo mejor que la mente humana había pensado, dicho y escrito. Esto ya no existe. Doris Lessing — Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2001 Fragmento del discurso ofrecido con motivo de la entrega del Premio Príncipe de Asturias de las Letras el 26/10/2001.

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