Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos 7 Discurso XXII Han transcurrido ya muchos años desde que comenzamos a celebrar, llenos de esperanza, este solemne acto y es una gran alegría ver cómo nuestros premios refuerzan su andadura y son, cada vez más, una realidad cultural y social de primera magnitud. Lo que fue al principio apenas un proyecto ilusionado y un reto lleno de dificultades es hoy una gran obra prestigiada y sólida, con creciente eco internacional y, por ello, abierta al mejor de los futuros. El logro de estas conquistas, que bien sé no ha sido fácil, hace verdadera la convicción del filósofo de que nuestras vidas cobran su sentido más profundo cuando nos esforzamos en hacer realidad nuestros sueños. Por eso quiero reiterar mi reconocimiento a nuestros patronos, a los componentes de los jurados de nuestros premios y a las personas que con discreción y generosidad han entregado a la Fundación muchas horas sacrificadas de sus vidas. Para revivir un año más todos estos sentimientos, regreso a Asturias con la emoción de quien regresa al hogar, a una tierra donde nunca han faltado el afecto y el calor humanos. Los asturianos han sabido siempre abrirse a los mundos, dialogar, entregarse valerosamente a las causas más nobles. En circunstancias tan especiales como la que hoy nos convoca, se unen para acoger con sincera y noble hospitalidad a quienes vienen desde tantas partes de nuestra Europa y de otros continentes para disfrutar con nosotros de un día inolvidable. Asturias sabe lo mucho que aprecio y valoro esta generosa actitud hacia los premios que llevan mi nombre. Otra vez esta querida ciudad de Oviedo será el foro en el que reflexionemos en voz alta sobre nuestras más vivas preocupaciones, muchas de ellas consecuencia directa de los cambios que con- vulsionan al mundo y lo transforman con incontenible fuerza. Anhelamos que nuestros premios sean la voz de quienes tantas veces no la tienen, la voz de los abandonados, la de los que sufren injusticia, la de los que defienden la libertad y son perseguidos por defenderla. Su lucha, que nunca dejará de ser nuestra lucha, fortalece nuestra fe en que es posible un mundo más justo y fraternal, libre del terror y de los fanatismos. No queremos renunciar a la esperanza, a seguir creyendo, como dice el precioso verso del inolvidable Borges, que «cada aurora maquina maravillas». La relación de premiados de este año, al igual que en anterio- res convocatorias, es de una extraordinaria relevancia. Expresa con nitidez la vocación más profunda de nuestros premios de ser conciencia viva de nuestro tiempo, estímulo de creatividad y aliento de los más altos valores. Queremos que sirvan de ejem- plo para toda la sociedad, especialmente para nuestra juventud, a la que nunca olvidamos. El escritor norteamericano Arthur Miller, galardonado con el Premio de las Letras, encarna desde lo más hondo todas esas ideas y valores que deseamos re- saltar. El teatro del siglo xx no se puede concebir sin la toma de conciencia que expresa la obra de este excepcional dramaturgo. Todos eran mis hijos, La muerte de un viajante, Las brujas de Salem, Panorama desde el puente o Después de la caída son ejemplos de que su obra no envejece. Convertida en clásica y representada continuamente con éxito en escenarios de todo el mundo, su creación dramática atiende priorita- riamente a los problemas contemporáneos del americano medio, a las tensiones y disidencias entre padres e hijos, a los conflictos sociales, a la persecución asfixiante y a la falta de libertad en am- bientes dominados por el localismo y los prejuicios. Aborda por ello, también, temas y problemas universales y eternos, siempre desde el rechazo a lo superficial, de la intolerancia, del puritanismo «Anhelamos que nuestros premios sean la voz de quienes tantas veces no la tienen, la voz de los abandonados, la de los que sufren injusticia, la de los que defienden la libertad y son perseguidos por defenderla.» Ver vídeo

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