Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

8 O viedo | T eatro C ampoamor | 24 de octubre de 2003 estética, a narrar sus experiencias, convirtiéndose en un escritor reconocido y respetado. Porque sus libros no solo recogen de manera honrada y transparente lo visto y lo vivido en sus viajes, sino que dan lecciones grandiosas sobre la pobreza y sobre lo que es aún más injusto que la misma pobreza: la desesperanza en que viven los marginados por la falta de perspectivas y de oportunidades para salir de ella. Celebramos la concesión del Premio de las Letras a las escritoras Fatema Mernissi y Susan Sontag, pues conforta comprobar cómo dos mujeres de culturas tan diferentes construyen sus obras sobre unos mismos cimientos de diálogo y entendimiento, en esta hora marcada por tantas tensiones y enfrentamientos, cuando tristemente habla con frecuencia el terror, cuando crece el afán por anular y destruir violentamente las ideas ajenas. La necesidad de entender sus mundos y la búsqueda de una comunicación completa son la esencia de la actitud de ambas ante la vida. Así lo ha afirmado Fatema Mernissi, que ve en la pala- bra el medio principal para lograr la concordia. Esta idea suya nos permite comprender mejor ese camino —no exento de pruebas dolorosas y de dificultades personales— por el que esta escritora marroquí ha ido avanzando con sutil inteligencia, sin abrir heridas, para que las mujeres de su cultura puedan encontrar el lugar que les corresponde en este tiempo. Dentro de su cultura, participa e impulsa el cambio de su país, Marruecos, un pueblo de ex- traordinaria vitalidad, que se transforma y se abre con esperanza a un futuro mejor, que todos le deseamos fervorosamente. Por otra parte, desde su mirada diferente, Fatema Mernissi ha desvelado con ironía, conoci- miento y sentido del humor muchas de las contradicciones que ha observado en Occidente, al mostrarnos las carencias que ella ve en una cultura como la nuestra que, en ocasiones, impone a las mujeres, merced a modas y formas de conducta interesadas, comportamientos que degradan su dignidad. Susan Sontag es autora de una frase muy lúcida, que nos sirve para destacar el sentido que posee su trayectoria: «Yo creo que vale la pena seguir resistiendo», ha dicho. Ha vivido, en efecto, resistiendo, anclada firmemente en sus convicciones más profundas, mostrándose contraria a toda clase de fanatismos, siendo sensible a los problemas cotidianos, manteniéndose, en definitiva, li- bre, con gran independencia intelectual. Así lo ha demostrado escribiendo numerosos libros en los que transita por varios géneros literarios, como el ensayo, la novela y el periodismo, admirables por su originalidad y rique- za de ideas, pues, como se ha dicho, cuantos más puntos de vista tengamos a nuestro alcance más cerca nos hallaremos de captar la esencia de las cosas, la verdad que tanto buscamos. Las autoras que comparten este premio son mujeres lucha- doras en un tiempo conflictivo y en el que existen sociedades extremadas que aún dudan en aceptar como igualitaria y plena la condición de la mujer. Por ello, el esfuerzo por defender sus ideas ha sido doblemente difícil y ha requerido un tesón espe- cial, pero supone un motivo de alegría comprobar que galardones como el que hoy les concedemos reconocen que su constancia vale la pena y que su tenacidad se premia con la dignidad que mere- cen. Nosotros, afirmándolo con las palabras de un poeta árabe-español, creemos que llegan «como el mejor de los enviados». Desde siempre, nuestros premios han querido estar muy próximos a los problemas más vivos de nuestros días. Nos alegra por ello la distinción otorgada a la gigantesca obra de Jürgen Haber- mas la cual ha dejado —como se ha dicho— una profunda huella en campos tan diversos como la filosofía, la sociología, la ciencia política, la teoría del derecho, la historia, la pedagogía o la teolo- gía. Por ello, su pensamiento ha discurrido por cauces muy cercanos a las cuestiones que más nos apremian. Él recibe este año el Premio de Ciencias Sociales. Habermas es un hijo insigne de la lengua y la cultura alemanas, especialmente ricas y creadoras, que nos han legado los más grandes frutos en las ciencias, las letras, las artes o el pensamiento. «De muy poco servirían los derechos humanos si no protegiéramos al mismo tiempo el medio natural en el que estos se ejercen y se disfrutan.»

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