Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

9 P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos se ha repetido muchas veces, para unirnos y no para separarnos o marginarnos, para facilitar la comprensión mutua y para fomentar el conocimiento, para ampliar nuestra cultura y, en definitiva, para enriquecer nuestro espíritu. Más allá de las lenguas que los institutos premiados representan, aman, enseñan y propagan, se encuentra esa misión profundamente cultural que nos enriquece, pues transmiten también va- lores, ideas, costumbres, experiencias colectivas, formas de vida, perspectivas diversas sobre el mundo y la sociedad. Es esta otra forma de hacer Europa: la que sabiamente se va conformando por medio de la educación y de la cultura, de la palabra. Este Premio de Comunicación y Humanidades se funde de manera maravillosa con el Premio de las Letras, que este año se ha concedido a la escritora brasileña Nélida Piñón, hija de emigrantes gallegos, que, como tantos otros españoles, buscaron nuevos horizontes para sus vidas en los países hermanos de América a través de la dignidad del trabajo y la humildad orgullosa de su identidad. Su obra resume muchos de los valores que nuestros premios, y en particular, este acto de hoy, desean subrayar y que tan bien representan: la convivencia entre pueblos distintos que se aman, el continuo aprendizaje no en una cultura sino en varias culturas, el fulgor de una literatura que es rica y que enriquece a los demás porque también es múltiple, porque tiene muchas caras y ofrece muchos mensajes. Se entrega hoy este premio a una mujer que es consciente de todos estos valores y que sabe muy bien dónde están sus orígenes, que jamás ha olvidado; pero que a la vez ha levantado el vuelo intelectual y ha abierto su generosa humanidad para enriquecerse sobre todo con su país natal, Brasil, también un excelente ejemplo de ese mestizaje social y cultural que ella filtra y decanta en cada uno de sus libros. Nos alegra decir hoy que premiando a Nélida Piñón premiamos a su país y a toda Iberoaméri- ca, sin la cual no se explicaría la vida y la obra de esta escritora. Su lengua portuguesa entra hoy por la puerta grande de nuestros premios, junto al Instituto Camões y el neurólogo portugués Antonio Damasio, que ha sido galardonado con el Premio de Investigación Científica y Técnica. Los descubrimientos del profesor Damasio están contribuyendo de manera determinante al progreso de la neurociencia, una disciplina sólidamente fundamentada en sus orígenes gracias al trabajo genial de nuestro Santiago Ramón y Cajal. Desde que Cajal sentara las bases de la teoría neuronal, el fascinante mundo de la investigación sobre el sistema nervioso nos adentra en los procesos de comunicación en el organismo y nos ayuda, incluso, a comprender la compleja convi- vencia de la razón y los sentimientos. Como sucede con la ciencia de mayor prestigio, los estudios de Damasio tienen también con- secuencias en el campo de las ideas abstractas, porque ha contribuido, y lo sigue haciendo, a una tarea ineludible para la aventura humana: saber cómo funciona el cerebro, con el que regimos nuestras vidas, y cómo el pensamiento es capaz de pensarse a sí mismo. Un objetivo que ha fasci- nado a lo largo de la historia a filósofos, científicos y pensadores. Muchos conflictos se agravan precisamente porque los seres humanos actuamos a menudo en contra de la razón y las ideas. Por ello, llegar a entender mejor las motivaciones humanas debe ayudarnos a mejorar el mundo, buscando una necesaria, aunque difícil, síntesis entre la razón y los sentimientos, desde el entendimiento científico de su problemática relación. Los trabajos de Damasio sobre esa relación cobran así una importancia fundamental y sus investigaciones sobre el cerebro humano son imprescindibles para conocer su influjo sobre enfermedades como la demen- cia, la depresión, el Parkinson o el Alzheimer. La concesión de este premio nos trae a la memoria la figura inolvidable del asturiano y español universal Severo Ochoa, de quien estamos celebrando el centenario de su nacimiento. El profesor Ochoa presidió este jurado desde el primer día hasta la misma frontera de su muerte y contribuyó a darle prestigio por todo el mundo. Por ello, y por sus aportaciones esenciales para el conoci- miento de las bases moleculares de la vida, así como por su compromiso con el avance científico de nuestro país, le recordaremos siempre con inmensa gratitud y admiración. Es precisamente uno de los hallazgos en torno al cerebro humano del profesor Damasio el que

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