Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

11 P remios P ríncipe de A sturias 1981–2014. D iscursos lidaridad. Sus donaciones para varias causas humanitarias, así como el hecho de ser desde 1995 enviado especial de la Unesco para la Educación y el Deporte son excelentes pruebas de esta faceta menos conocida, pero no menos valiosa, de nuestro premiado. El Museo del Holocausto de Jerusalén ha sido galardonado con el Premio de la Concordia. Un premio que nos permite expresar el homenaje más emocionado de respeto, reconocimiento y afecto a los millones de víctimas inocentes del Holocausto, a tantos hombres, mujeres y niños cruelmente perseguidos y exterminados. Un brutal sufrimiento que nunca dejará de merecer nues- tra más radical repulsa y de conmover, en lo más hondo, nuestros corazones. El Museo del Holocausto representa el recuerdo vivo de una execrable tragedia humana, al tiempo que un canto a la vida, como el que representan los supervivientes, aquí presentes. Es también un llamamiento a la libertad y dignidad humanas y una firme apuesta por la concordia y por la tolerancia, como parámetros irrenunciables de convivencia entre quienes nos decimos y proclamamos seres humanos. El inmenso dolor, la profunda tragedia que supuso la Shoáh para el pueblo judío y para el mundo entero, y que Yad Vashem simboliza, constituyen, en definitiva, un referente ineludible del compromiso que todos tenemos contraído con los derechos humanos, con la libertad del hombre y con su inalienable dignidad. Un compromiso esencial que debemos saber mantener vivo en nuestras sociedades y trans- mitir a las generaciones venideras para que nunca jamás puedan repetirse tan atroces crímenes, para que juntos desterremos de la faz de la Tierra, para siempre, la opresión, el odio, el racismo, la intolerancia y el desprecio a la vida. Señoras y señores: Un año más ha arribado a buen puerto nuestra navegación. Las palabras esperanza, libertad, justicia, valor, belleza y gratitud acuden ahora a mi mente al concluir esta solemne y emotiva cere- monia. Y también unos lúcidos y hondos versos de nuestro inolvidable José Hierro: Mas de qué sirven nuestras vidas, si no enriquecen otras vidas. Nuestros premios se inspiran en ese precioso pensamiento, en la exaltación de la cultura, del trabajo, del esfuerzo, del compromiso moral. Por eso nunca olvidamos a quienes necesitan el alien- to y la fuerza de la solidaridad, a las víctimas del terrorismo, del fanatismo, de la pobreza y la injusticia. El deseo de conocer, el ansia de comprender, están grabados, como se ha escrito, en el alma de los mejores hombres y mujeres. Despertar en otros seres huma- nos conocimientos y sueños que están más allá de los nuestros e inducir en otros el aprecio por lo que nosotros queremos es la apasionante aventura que persigue nuestra Fundación. De esa manera, todos los años reconocemos públicamente los méritos de hombres y mujeres que con su vida, su obra y su ejemplo han contribuido al progreso de la humanidad. Y lo hacemos con convicción y humildad desde una institución que nació hace casi tres décadas alentada por la esperanza en la que vivía España con su recién aproba- da Constitución, que fue ratificada por una inmensa mayoría de compatriotas como fundamento de nuestro orden político y sabía guía de nuestra convivencia. Desde entonces nos reunimos en una noche como esta y en este mismo teatro para recibir y honrar a hombres y mujeres que vienen de lugares muy distintos y lejanos, hablan diferentes len- guas y se sienten parte de culturas, tradiciones y creencias muy variadas. No piensan igual; no pueden ser más diversos. Pero, a pesar de sus diferencias estamos seguros de que es mucho lo que les une: representan, por encima de todo, la lucha por los Derechos Funda- mentales, especialmente por el derecho a la vida y a la dignidad de las personas; son defensores de «Las palabras esperanza, libertad, justicia, valor, belleza y gratitud acuden ahora a mi mente al concluir esta solemne y emotiva ceremonia.»

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