Premios Príncipe de Asturias 1981–2014. Discursos

10 O viedo | T eatro C ampoamor | 25 de octubre de 2013 Los triunfos deportivos de Olazábal en los campos de golf más importantes del mundo tuvie- ron un momento culminante en la Ryder Cup del 2012. Entonces capitaneó el equipo europeo con una capacidad extraordinaria de liderazgo y motivación. Esos triunfos son consecuencia de muchos años de esfuerzo e ilusiones; y también —sabemos— de mucho sufrimiento, superado con un espíritu de sacrificio y una fuerza de voluntad que forman parte del conjunto de cualidades humanas que todos reconocemos en él. Es, pues, Olazábal un modelo de deportista total al que hoy felicitamos por sus trofeos y, sobre todo, por la entrega, por la constancia y por la fortaleza demostradas. Gracias maestro, y no solo por serlo del golf. La Organización Nacional de Ciegos Españoles, la once, ha recibido el Premio de la Concor- dia. La alegría de los españoles por este reconocimiento es muy grande, porque la once cuenta en nuestro país no solo con una larga historia de eficacia y trabajo bien hecho, sino también con el respeto y el cariño de la sociedad. A ellos les gusta traducir todo su esfuerzo con una sola palabra: ilusión. La que impulsa a esta organización pionera y única en el mundo a ser modelo de inclusión social para decenas de países. De ella han surgido iniciativas y fórmulas para la integración de las personas con discapacidad en más de 25 estados de América, África y la ue. Pensemos que —por poner solo algún ejemplo de tantos posibles— gracias a la once, gracias a sus proyectos educativos en Iberoamérica, muchos miles de niños con discapacidad visual grave están hoy escolarizados. Es esta una mínima parte del trabajo y de los objetivos cumplidos por la once y sus fundacio- nes. Una labor excepcional, sólidamente construida a lo largo de 75 años, con mucho esfuerzo, con cariño y siempre con ilusión. Señoras y señores: A finales de julio pasado, un barrio de Santiago de Com- postela, Angrois, nos dio a todos los españoles una lección de coraje y solidaridad, de gran humanidad. Nada más producirse aquel terrible accidente ferroviario, sus vecinos bajaron de in- mediato a las vías del tren para salvar vidas; para ayudar a los heridos y colaborar con los servicios de emergencia; para con- solar a los familiares. La Princesa y yo, días después, escuchamos con gran emo- ción su relato: con el corazón en un puño nos detallaban su di- fícil experiencia y nos reconocían humildemente tan solo haber cumplido con su deber, como seres humanos y como ciudadanos. Estoy convencido de que cualquier pueblo o ciudad de España hubiera actuado como Angrois en circunstancias igualmente trágicas —y ejemplos no faltan—. Pero ello no resta en nada el gran mérito de su actitud y el valor ejemplar de su acción. He comenzado esta parte final de mi intervención con el ejemplo de este pequeño pueblo galle- go como una referencia, como un estímulo, para hacer frente al pesimismo, la frustración o la des- confianza que afectan hoy a muchos españoles. No es difícil, y lo digo con humildad, comprender y respetar esos sentimientos y las razones de cada uno que los motivan. Sin embargo, no podemos permanecer indiferentes o inmóviles; debemos reaccionar. Pues bien, hoy es un día en el que me gustaría animar a que todos ayudemos a superar —y sé que no es fácil— ese estado de ánimo. Necesitamos los esfuerzos y la colaboración de todos; pero lo que de verdad necesitamos es recuperar la ilusión y la confianza que fundamenta cualquier éxito, individual o colectivo, como tantos que hemos logrado en las últimas décadas de nuestra historia. El año pasado, al final de mi intervención, señale que necesitábamos promover una conciencia colectiva que valorara lo mucho que tenemos de positivo, que reconociera nuestras capacidades y fortalezas y que potenciara nuestra autoestima. Sin duda, España cuenta con grandes activos materiales para afrontar nuestras dificultades. Pero muchas veces nos olvidamos de que el activo «Son muchos, son millones los españoles que cada día batallan para salir adelante con honestidad, con esfuerzo, con valentía y con humildad.»

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