1990–2014 - Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias. XXV ANIVERSARIO

207 1996 | C omunidad vecinal de N ava Todas las iniciativas son valiosas. Unas saldrán adelante y otras no, como sucede siempre, pero es necesario que haya muchas y plurales ideas y energía suficiente en su defensa, para que algunas de ellas lleguen a consolidarse. Cualquier gran empresa fue en sus inicios poco más que un esperanzado proyecto. El punto de encuentro de un pueblo es siempre su cultura, su memoria, sus tradiciones, sus rasgos de identidad. Por eso, cuanto contribuya a reforzar la tradición ayuda al mismo tiempo al progreso, pues reafirma el sentimiento de comunidad, de querer estar juntos y de poner en una misma suma lo que todos hacen. «Cultivar el espíritu y formar el corazón de los hombres —dijo Jovellanos— es el más grande de los fines». En una época de agitación y convulsiones en el mundo, es un motivo de dicha y felicidad hallar un lugar como esta villa, donde la sombra de un castaño, el murmullo de un arroyo, la neblina matinal y el suave color de las manzanas acompañan tantas veces vuestras vidas. Vivís en el corazón de Asturias, en el centro hermoso y fructífero del Principado, en un privilegiado emplazamiento rodeado por una fértil pradería y al aire suave de las cercanas cumbres, representadas por la Peña Mayor, luz y vigía de esta villa. Nava alberga lo más íntimo de la esencia asturiana, la dulce sangre de las manzanas que transmite los sabores de la lucha, el sacrificio y la solidaridad. Solo vuestra sabiduría centenaria es capaz de convencer a la tierra, cosecha tras cosecha, previo pago de mucho sudor, y en ocasiones lágrimas, de que entregue como fruto sus joyas más preciadas para disfrute de todos. Hablar de Nava es, en buena medida, hablar de la sidra, uno de los principales símbolos de Asturias y ejemplo perfecto de cómo la constancia, el cuidado y el amor a lo que se hace influyen de manera decisiva en la calidad del resultado obtenido. El proceso de maduración de la sidra nos brinda una importante enseñanza, pues, también como ella, las mujeres y los hombres, para alcanzar su plenitud, necesitan cultivarse, profundizar y extender su educación, formarse y madurar para llegar a ser verdaderamente útiles a la sociedad.

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