Galardonados
Contenido principal
Torazu, Cabranes (2008)
Torazu es un pequeño pueblo del municipio de Cabranes de apenas un centenar de vecinos y un número parecido de casas, en las que predominan los elementos de la arquitectura rural tradicional junto a hórreos centenarios. Entre las casas, numerosas plazoletas desahogan al pueblo de construcciones y establecen lugares de paso, donde se practica la vida social. Los habitantes de Torazu, muy pegados a sus raíces, han logrado preservar antiguas tradiciones como la hoguera de San Juan, el aguinaldo navideño, la boroña pascual o la procesión de ramos que, desde el siglo XVIII, organiza la Cofradía de la Virgen del Carmen y que se celebra el último domingo de agosto. Otra de las costumbres que todos los años tiene lugar en la localidad es la jira de Incós, en la que los vecinos despiden las fiestas con una romería y una carrera de campo a través en la falda del monte Incós. Además, el primer domingo de junio, se celebra en Torazu el festival de la boroña, que ya ha alcanzado su décima edición, para la que se realizaron 35 boroñas, de las que se obtuvieron raciones para 420 personas.
Las iniciativas comunitarias de los habitantes de Torazu, orientadas a la consecución del beneficio colectivo, son numerosas. Cabe destacar entre ellas la creación de un grupo de lectura y la puesta en marcha en 1986 del grupo "Encuentros en Torazu", en el que distintas personalidades debaten sobre las transformaciones del mundo rural asturiano. Desde entonces, continúa haciéndose de forma esporádica para reflexionar sobre temas de interés local. Otros trabajos comunales han sido las obras de la red de abastecimiento de agua y del acceso por carretera al barrio de Miyangues, la rehabilitación del lavadero de Fontionga, la edificación de una bolera o la fundación del Torazo C.F., cuyo campo de fútbol fue construido por los propios vecinos. Se han llevado a cabo tareas de ampliación del cementerio parroquial, mejoras en la capilla, el arreglo del tejado, los accesos y el muro de la iglesia, obras de pavimentación y asfaltado, así como de la red de alcantarillado.
La Asociación Cultural Incós, fundada en 1982, realiza una intensa labor de recuperación y archivo de elementos de la cultura tradicional y, además de colaborar en la organización de fiestas y ferias del pueblo, convoca cada año un concurso nacional de fotografía. Torazu tiene su propia página web (www.netcom.es/torazo), diseñada por José Ramón Piñán Suárez, afectado de parálisis cerebral y miembro de la Asociación Cultural Incós. Una de las singularidades de Torazu es que ha logrado ser punto de encuentro entre lo tradicional y la modernidad. Actos, costumbres y ritos centenarios siguen realizándose hoy día como algo habitual.
Reunido en Oviedo el Jurado del Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias 2008, integrado por D. Jesús Arango, D. Evaristo Arce, D.ª Consuelo Busto, D.ª Isabel Campuzano, D. Efrén Cires, D. Fernando Delgado, D.ª María Ángeles Fernández, D. Luis Felipe Fernández, D. Nicanor Fernández, D. José María Fernández del Viso, D. Ignacio García-Arango, D. José Félix García Gaona, D. Manuel García Linares, D. Andrés Giraldo, D. Roberto Hartasánchez, D. Juan de Lillo, D.ª Elisa Llaneza, D. José Luis Marrón Jaquete, D. José Luis Montes Suárez, D. Hugo Alfonso Morán Fernández, D. José Luis Pérez de Castro, D. Ignacio Quintana, D.ª Rosa Roces, D.ª Trinidad Rodríguez, D. José Adolfo Rodríguez Asensio, D. José María Rodríguez Fernández, D.ª Carmen Ruiz-Tilve, D. Javier Santos, D. Miguel Trevín, D.ª Covadonga Vigil Álvarez, presidido por D. Francisco Rodríguez y actuando de secretario D. Adolfo Barthe Aza, acuerda conceder el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias 2008 a la preciosa aldea de Torazu, en el concejo de Cabranes, por su capacidad de iniciativa, generadora de actividades culturales continuadoras de una rica tradición popular, y por su espíritu de comunidad solidaria que los vecinos encarnan y defienden con entusiasmo, altura de miras y sostenida generosidad.
El jurado acordó resaltar los valores de la candidatura finalista de San Salvador de Valledor, en Allande.
Oviedo, 15 de septiembre de 2008
Cada año desde hace 28 vengo a nuestra querida Asturias y os puedo asegurar que uno de mis mayores deseos que se mantiene desde el primero es el de conocerla más a fondo para así quererla cada vez más, pues, como bien sabéis, sólo se puede amar aquello que se conoce. La entrega del Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias me ha permitido recorrer sus valles, sus aldeas, sus bosques centenarios, sus costas, sus caminos y sus montes y en cada visita he descubierto una nueva luz, un nuevo y diferente colorido, otro lugar de sorprendente belleza.
Ahora tengo la fortuna de viajar en compañía de la Princesa. Juntos, además de recorrerla, procuramos encontrar la ocasión de conversar con vosotros y de conocer vuestros anhelos e inquietudes, que siempre expresáis de manera admirable, con una cercanía y una franqueza que agradecemos y apreciamos como una de vuestras mejores virtudes.
Nuestra presencia hoy aquí, en Torazu, es una nueva ocasión para profundizar en esos propósitos, y queremos en primer lugar daros las gracias de todo corazón por habernos recibido con tanto cariño.
La Princesa y yo nos sentimos felices compartiendo con vosotros estas horas, pues entendemos muy bien vuestra alegría y vuestro orgullo por haber logrado, después de siete años de unión y de ilusionado trabajo, el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias.
Os damos, por ello, a todos nuestra enhorabuena. En primer lugar, a los componentes de la Asociación Cultural Incós, promotora de la candidatura, y a quienes trabajáis en distintas asociaciones e iniciativas (en especial, la Cofradía del Carmen, la Asociación de Festejos y la Asociación El Berizu), con el apoyo constante del Ayuntamiento de Cabranes.
Habéis demostrado, con tesón y esfuerzo, vuestra capacidad para mantener vivo en el tiempo el deseo de mejorar, de hacer las cosas bien, de proyectar con ilusión el futuro. Un futuro que, en un mundo tan cambiante, difícil y tan lleno de oportunidades como el que nos ha tocado vivir, vosotros queréis construir sereno, apacible y seguro para vuestros hijos. A él sólo se puede llegar dignamente si no olvidamos valores y consejos como los que nos dejó Jovellanos, quien nos advirtió del peligro de trabajar tan sólo para conseguir un beneficio particular y rápido, fruto de una ambición malsana; él nos enseñó, también, que el trabajo bien hecho, aquel que nos honra, es el que se esfuerza por alcanzar, además del bienestar privado, la prosperidad pública y una vida íntegra para todos.
El deseo de mejorar, asentado en el orgullo por un pasado digno de ser preservado, es muy activo en Asturias, tal vez porque los asturianos habéis entendido con lucidez siempre que el progreso debe ir de la mano del recuerdo agradecido, del cuidado de todo lo mejor de vuestro patrimonio rico y ancestral, como lo habéis hecho vosotros. Un claro ejemplo de ello es el interés que habéis puesto en la conservación de los hórreos y paneras que tanto identifican, embellecen y hacen único el paisaje de Asturias.
En Torazu, como en muchos otros pueblos y aldeas de Asturias y de España, ha tenido una gran influencia la experiencia tantas veces amarga de la emigración, el dejar vuestra tierra y vuestros seres queridos para iniciar una vida lejos de aquí, buscando nuevas oportunidades y nuevas esperanzas, pero nunca olvidando a la patria querida.
Muchos de los que tuvieron que vivir estas circunstancias consiguieron prosperar con gran esfuerzo y ayudaron de manera generosa al progreso de nuestro país y de los pueblos que los vieron nacer, hasta convertirse en un factor de avance económico y social de extraordinaria importancia.
Por eso nuestro pensamiento, lleno de gratitud y de emoción, está hoy unido a todos ellos, y especialmente a todos los hombres y mujeres que, nacidos aquí, desde Argentina, Cuba, México, República Dominicana y otros países recuerdan con añoranza aquellos años de su infancia, cuando vivían protegidos por este paisaje hermoso, por el silencio y la niebla, por la maravillosa panorámica de los Picos de Europa y el monte Incós.
Tantas personas que hoy estarán pensando con melancolía en su Torazu del alma y que en un día tan especial como este, recordarán con ternura a sus padres, a sus abuelos, a sus maestras y maestros, a quienes los ayudaron a dar los primeros pasos en la vida y que un día los vieron partir con el dolor prendido en el corazón. Recordarán a todos los que se quedaron y esperan cada año el regreso de los suyos. Y se preguntarán, quizás, como lo hacía desde México el poeta y emigrante Alfonso Camín con estos hermosos versos:
Si soy el roble con el viento en guerra,
¿cómo viví con la raíz ausente?
¿Cómo se puede florecer sin tierra?
Con la misma devoción, con la misma esperanza, sin ahorrar sacrificios, tendréis que trabajar los más jóvenes. Con la mirada puesta en el futuro, escuchando los ecos del pasado, aprendiendo de él para construir juntos una vida próspera y en la que, además, la tradición y el respeto a la herencia recibida sigan siendo vínculos indestructibles de vuestra identidad.
Aunque afortunadamente las condiciones de vida de las zonas rurales son hoy más benignas y esperanzadoras que antaño, lo cierto es que una parte de la juventud busca fuera de ellas las oportunidades de prosperidad personal y profesional que no encuentran en su tierra. Estos procesos es necesario convertirlos en nuevos retos, pues en nuestros campos queda mucho por hacer.
En los tiempos actuales, la actividad agraria aún puede y debe ser un soporte esencial de la economía, y jugar un papel fundamental en la conservación del paisaje y del medio ambiente, y en la lucha contra el cambio climático. Así se promoverán nuevas actividades, aprovechando las oportunidades que ofrecen las nuevas tecnologías para producir bienes y servicios con el mínimo impacto ambiental y el mayor valor; actividades que desborden el mercado local y sean capaces de insertarse en la economía global.
Y ello sólo será posible si los jóvenes aceptáis el reto de emprender, de innovar. Si trabajáis para alcanzar una vida en la que nada os aleje del tiempo en que vivimos, de los avances científicos y técnicos, del bienestar. Una vida, en definitiva, plena. Por ella lucharon vuestros antepasados. Por ella, para que vosotros la disfrutárais, se sacrificaron. Vosotros debéis ser ahora merecedores de su esfuerzo y su entrega. Sólo así seréis también algún día los depositarios de la ejemplaridad que hoy premiamos en Torazu y solo así os mirarán vuestros hijos y nietos con el mismo orgullo que vosotros miráis a vuestros abuelos y padres.
Me gustaría recordar con gratitud y cariño a todos los que han presentado sus candidaturas a este Premio, y en especial a quienes llevan, como Torazu, varios años haciéndolo, así como al pueblo de San Salvador de Valledor, en Allande, que ha quedado finalista en esta edición.
Asimismo, doy las gracias al Jurado, que de nuevo ha llevado a cabo su difícil cometido con altura de miras y responsabilidad. Y al Gobierno del Principado, por apoyar esta iniciativa de la Fundación que tan entrañables momentos nos ha proporcionado a lo largo de los años. La Princesa y Yo queremos, por último, deciros que nunca olvidaremos estas horas que estamos pasando en vuestra compañía. Gracias de todo corazón por mostrarnos vuestros proyectos para el futuro y por el cuidado con el que conserváis vuestras tradiciones y vuestro entorno. Gracias por querer compartir con nosotros vuestros sueños. Y enhorabuena, de nuevo, por este Premio, tan merecido.
Fin del contenido principal