Galardonados
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Tuña, Tineo (2000)
Asentada en el valle del río Tuña, capital del cuarto de la Riera, –en el suroccidente astur– esta aldea y parroquia de Tineo de poco más de 200 habitantes, se encuentra en el cruce de caminos del legendario territorio Pésico. Las buenas condiciones naturales que la rodean hicieron de Tuña lugar de sucesivos asentamientos, dejando cada etnia testimonio de su paso hasta la edad moderna. Ha sido solar de importantes linajes de decisiva influencia en la historia de España, como el del conde de Campomanes, y cuna del general Rafael del Riego y Flórez Valdés (1784-1823), inspirador de la Constitución de 1812 y asesinado por el absolutismo, muerte que supuso la persecución para los habitantes de Tuña, calificados de rebeldes y conflictivos.
Su rico patrimonio artístico es especialmente valorado por sus habitantes, quienes a través de varias asociaciones están procurando su conservación. Aún hoy se conservan ocho casas-palacio, lo que no deja de llamar la atención en una pequeña zona como es este valle de Tuña. Gracias a este interés por la conservación y mejora de Tuña, los vecinos consiguieron la redacción del Plan de Protección Especial del pueblo de Tuña y su entorno, en el que se contemplan mejoras de infraestructuras y equipamientos urbanos, deportivos y de comunicaciones, así como la creación del Museo del general Riego, a ubicar en su casa natal. Recientemente las asociaciones vecinales han conseguido del Ayuntamiento de Tineo y de la Asociación Conde de Campomanes dotar a Tuña de una biblioteca pública, donde se encuentra depositada la importante colección de Agustín Fernández Rey sobre el general Riego.
Entre los proyectos vecinales para Tuña se encuentran, entre muchos otros, la creación y señalización de rutas turísticas, estudio y señalización de las veiras (cuevas), inventario de hórreos y paneras, recuperación de la fuente de Castañedo, del mercado y del antiguo camino de Santianes (única salida que existía hacia Tineo), y la puesta en funcionamiento de los molinos.
Reunido en Oviedo el Jurado del Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias 2000, integrado por D. Jesús Arango, D. Evaristo Arce Piniella, D. Juan Campos Ansó, D. Efrén Cires Suárez, D. Nicanor Fernández, D. Tomás Flores Rubio, D. Joaquín Manzanares Rodríguez, D. José Luis Marrón Jaquete, D. José María Patac de las Traviesas, D. José Luis Pérez de Castro, D. Ignacio Quintana Pedrós, D. Francisco Quirós Linares, D. Francisco Rodríguez García, D.ª Ana Rodríguez Navarro, D.ª Carmen Ruiz-Tilve Arias, D. Valentín Ruiz García, D. Víctor M. Vázquez Fernández, presidido por D. Francisco Tuero Bertrand y actuando de secretario D. Adolfo Barthe Aza, a la vista de las sucesivas votaciones y de los resultados obtenidos en la mismas, acuerda conceder por unanimidad el Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias 2000 a Tuña (concejo de Tineo) por los méritos acumulados por los vecinos de este valle del suroccidente asturiano (solar natal del general Riego, una de las más relevantes personalidades de la Asturias contemporánea) en la defensa de su patrimonio histórico, artístico, cultural y etnográfico, y en la preservación de su entorno y de las formas de vida, trabajo y relación tradicionales.
El Jurado valoró también muy especialmente la candidatura de Tazones (Villaviciosa).
Oviedo, 12 de septiembre de 2000
Vengo ilusionado a Tuña con el deseo de unirme a la emoción con la que celebráis la concesión, por unanimidad del jurado, del Premio al Pueblo Ejemplar de Asturias. He de deciros que el triste fallecimiento de Tania ha empañado esta jornada y me uno de corazón a su familia y a todos vosotros en el dolor.
No obstante, esta es siempre para mí una ocasión inolvidable, que me ha proporcionado, a lo largo de los diez años de vida de este galardón, momentos profundamente entrañables con las comunidades vecinales, en las aldeas, villas y pueblos premiados.
El Premio al Pueblo Ejemplar ha ido adquiriendo una importancia y un interés entre los asturianos que lo han hecho especialmente anhelado, y ha cobrado una creciente admiración fuera de Asturias por lo que significa, por lo que enaltece y alienta. Es una verdadera satisfacción saber con cuánto entusiasmo e intensidad los pueblos galardonados reciben la noticia de la decisión del jurado, y cómo la festejan con el repicar de las campanas de sus iglesias y la explosión de cohetes.
Son dignos también de resaltar la dedicación, el esfuerzo y, a veces, como en Tuña, la constancia de quienes lideran y unen a los habitantes en la presentación de candidaturas. Por eso quiero expresar mi especial reconocimiento a la Asociación Cultural de Tuña, a la Asociación de Mujeres ?Cuarto de La Riera?, a la Asociación Deportiva y a la Asociación de Motos ?Río Tuña?, que tanto se han esforzado para conseguir este premio.
Mi visita a Tuña será, estoy seguro, una experiencia muy grata. Antiguo cruce de caminos, próximo a explotaciones auríferas romanas, Tuña es un crisol donde convergen las mejores cualidades que hacen admirable a un pueblo. El presidente del jurado, el ilustre don Francisco Tuero Bertrand, al que hoy expreso mi gratitud y afecto por el buen trabajo que ha hecho a lo largo de estos diez años de vida del premio, describe con evocadoras palabras en un interesante libro el hermoso paisaje que os rodea y los valores que atesoráis. Destaca el doctor Tuero Bertrand la placidez de vuestro valle, la frondosidad de vuestras colinas y el hecho de ser solar de antiguas hidalguías y cuna de ilustres asturianos.
Vuestro ejemplo nos enseña que las grandes obras son siempre fruto de la unión de esfuerzos, que el desarrollo de las comunidades se basa en amplios acuerdos, que el progreso, en fin, debe construirse a partir de muchas pequeñas aportaciones e iniciativas.
El plan especial de protección que habéis promovido es un paso muy positivo dado en la senda de la recuperación del patrimonio monumental que vuestros antepasados os han legado. Las casas palacio que poseéis, así como la iglesia de Santa María, merecen la mayor atención y todo el cuidado, al igual que los retablos recuperados o pendientes de restauración y el conjunto de recursos naturales que el valle posee.
La contemplación de este fértil y hermoso valle de Tuña nos recuerda a todos la necesidad de conservar nuestros bosques milenarios, verdadera y excepcional riqueza que estamos obligados a entregar en todo su esplendor a las generaciones futuras. El auge económico, siempre deseado, no debe hacernos perder de vista que es preciso hacer compatible el veloz y positivo desarrollo de las tecnologías con la protección del medio ambiente, pues en el respeto a la naturaleza que Dios nos ha confiado y en la conservación de lo mejor de la herencia de nuestros mayores se asienta el verdadero progreso.
En este municipio de Tineo, que vive ahora momentos de optimismo y de esperanza en el futuro, nacieron relevantes personalidades que desarrollaron su actividad lejos de aquí, pero que nunca olvidaron, como tampoco lo hicieron los asturianos que se vieron obligados a emigrar, su tierra de origen. Los nombres de Pedro Merás, Alonso Francos, Campomanes, Santiago Fernández, el bondadoso y prudente don José Maldonado y tantos otros, están unidos al devenir de este concejo y grabados en la Historia para siempre.
Todos ellos guardaron en sus corazones el amor hacia su tierra natal, sintieron añoranza y la ayudaron con los medios a su alcance. Porque no se puede vivir sin raíces, sin memoria. La tierra en la que nacemos nos recuerda siempre la infancia, todo lo que aprendimos y vivimos mientras fuimos niños, lo que nuestros mayores nos enseñaron a amar y a comprender. El paisaje enmarca esos recuerdos y los sitúa en un lugar y en un tiempo concretos, dotándolos de sentido. Por eso son tan importantes los pueblos y por eso es tan importante conservarlos, protegerlos, evitar su ruina. Guardan lo mejor y lo más auténtico de nuestro patrimonio espiritual.
También vivió la experiencia de la lejanía vuestro paisano Rafael del Riego, cuya agitada vida política debemos analizar desde una correcta perspectiva histórica. El tiempo pasa y con su transcurrir, el pasado va cobrando su auténtico significado. Cuando las acciones de los hombres responden a un deseo de justicia y de paz, cuando buscan el progreso, la libertad y el bien común, cuando, en fin, les mueve un profundo amor a la patria, el juicio de la posteridad debe realzar lo que hubo de imperecedero en sus inquietudes y en la defensa de sus ideales.
Con estas premisas debemos interpretar la vida, la obra y la acción de Rafael del Riego, que murió hace más de ciento setenta años en penosas circunstancias. Una década después, mi antepasada la reina regente María Cristina firmó un Real Decreto en el que, con hermosas palabras, habla de la necesidad de borrar las memorias amargas, y repone al general en su buen nombre, fama y memoria. A este espíritu de reconciliación, de concordia y de justicia me uno de todo corazón.
Agradezco al jurado el difícil trabajo de selección que ha tenido que realizar entre tantas candidaturas que, sin duda, merecerían el premio. Una gratitud que extiendo a aquellos pueblos que, sin conseguirlo, han optado al galardón, en algunos casos de manera reiterada durante varios años. Les animo a perseverar en sus méritos y a mantener viva la llama de la ejemplaridad.
Por último, a vosotros, vecinos de Tuña, deseo daros mi enhorabuena. Vuestros esfuerzos y vuestro ánimo son consecuencia de la constante búsqueda del bienestar común, y expresión y resultado de vuestros anhelos por conseguir una vida mejor para todos, y en particular para vuestros hijos, que podrán siempre sentir el orgullo de haber nacido aquí, en este hermoso, apacible y ejemplar rincón de esta querida Asturias.
Muchas gracias.
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