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José Hierro Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1981
Poeta, estudioso de poetas, escritor y crítico de arte, José Hierro del Real (Madrid, España, 1922 – 2002) es una de las voces más personales de la lírica española en la segunda mitad del siglo XX. Su obra ha influido de forma decisiva y constante en la poesía escrita en España a partir de 1950. Perteneciente a una generación que sufrió las heridas de la guerra civil, su creación poética representa la emocionada defensa del individuo ante un entorno hostil y su canto es una respuesta al acoso de la libertad.
José Hierro pasó los años de su infancia en Santander, ciudad a la que se sentía entrañablemente unido. Allí vio estallar la guerra, allí publicó su primer libro de poemas y allí inició los estudios elementales y la carrera de perito industrial, que tendría que interrumpir en 1963. El arte le atrae desde un principio. Primero fueron el teatro y el mimo, participando como director e intérprete en varios grupos aficionados. Se inició también como escritor, y a los doce años recibe un premio del Ateneo de Santander por un cuento infantil. Las lecturas de sus primeros años son las mismas de cualquier niño español en aquel tiempo, aunque no tarda mucho en realizar descubrimientos personales. Rubén Darío, Juan Ramón Jiménez y los poetas del 27, a los que descubrió gracias a la Antología hecha por el también poeta Gerardo Diego, se convertirán en sus maestros. Comenzó también a leer a los clásicos españoles, especialmente Lope de Vega, poesía francesa (Baudelaire será uno de sus favoritos), y narrativa de todo tipo: Dickens, Dostoyevski, Marcel Proust...
La actividad poética de José Hierro comienza, de forma entusiasta, durante la guerra civil. Es ésta la época en la que traba sus primeras amistades literarias, relacionándose con un grupo de pintores ya consagrados, como Gutiérrez Solana, Cossío y Quirós, a cuyas tertulias asiste. Conoce entonces al poeta José Luis Hidalgo, con el que inicia una íntima amistad, y a Gerardo Diego, cuyo encuentro habría de tener una especial significación para él y para su poesía.
La guerra separó a José Hierro de sus estudios. Los acontecimientos de este periodo permanecerán de una forma velada a través de unos versos del poema Historia para muchachos. El adolescente Hierro estuvo a punto de ser evacuado -esperando un barco que nunca llegó- y fue detenido y procesado por "auxilio o adhesión a la rebelión". Condenado a prisión, ingresa en la Provincial de Santander en 1939, y no sería liberado hasta principios de 1944. Durante sus años de cárcel escribe mucho, aprende solfeo con sus compañeros y llega a organizar y dirigir un grupo coral.
Ya en libertad, y tras una breve temporada en Santander, se traslada a Valencia, donde desempeña oficios diversos y contacta con una serie de escritores que estimulan su sentido lírico. Son años ricos en experiencia vital y en trabajo de creación poética. En 1946 regresa a Santander y se relaciona con el grupo fundador de la revista Proel, en cuya colección aparecerá en el mes de marzo de 1947 su primer libro, Tierra sin nosotros. Poco después consigue el Premio Adonais con su segunda obra, Alegría (agosto de 1947), convirtiéndose en uno de los poetas más representativos de la lírica joven del momento. Desde entonces figura en todas las antologías elaboradas dentro y fuera de España. Posteriormente aparecen Con las piedras, con el viento (1950), Quinta del 42 (1953), Estatuas yacentes (1954), Cuanto sé de mi (1958) y Libro de las alucinaciones (1964). En 1962 fueron publicadas sus Poesías completas. En 1989, bajo el título de Carpetas poéticas y con serigrafías de Salvador Victoria, fueron publicados una serie de poemas inéditos pertenecientes al libro inconcluso Agenda.
Hijo adoptivo de Santander, y condecorado por la Universidad Internacional Menéndez Pelayo, José Hierro obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1953, el de la Crítica en 1958 y 1965, y el Nacional de las Letras Españolas en 1990. Miembro de la Real Academia de la Lengua Española desde 1991, en 1995 es nombrado doctor Honoris Causa por la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo de Santander. En 1998, recibe, como reconocimiento final a su grandísima carrera, el Premio Cervantes.
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