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Carmen Martín Gaite y José Ángel Valente Premio Príncipe de Asturias de las Letras 1988
Porque su poesía, en continua evolución desde el inicial latido existencial a la posterior indagación fenomenológica, es una interrogación profunda sobre el sentido del mundo.
Escritora de larga y personal trayectoria en la narrativa española, cultivadora también de la poesía, el teatro y el ensayo, Carmen Martín Gaite (Salamanca, España, 1925 - Madrid, España, 2000) vivió en su ciudad natal los primeros años de su juventud. En ella realizó los estudios de bachillerato y se licenció en Filología Románica con premio extraordinario fin de carrera. Entre sus compañeros de aula se encontraban los escritores Agustín García Calvo e Ignacio Aldecoa, quien la introducirá en los círculos literarios madrileños cuando, en 1950, decide trasladar su residencia a la capital de España.
En Madrid entró en contacto con el grupo de jóvenes narradores formado por Rafael Sánchez Ferlosio −con el que contraerá matrimonio en 1953−, Ignacio Aldecoa, Jesús Fernández Santos, Josefina Rodríguez, Alfonso Sastre, Medardo Fraile y otros. La amistad con este grupo, conocido como Generación de 1950, fue el condicionante decisivo para su abandono de los proyectos de enseñanza universitaria que abrigaba el abandonar Salamanca, y para su exclusiva dedicación a la literatura.
Así dio comienzo su carrera literaria en los primeros años de la década de los cincuenta, a la vez que colabora en periódicos y revistas de la época como Clavileño, Alcalá, La estafeta literaria, ABC, Blanco y Negro o Revista española, fundada en 1953 por Antonio Rodríguez Moñino y dirigida por sus amigos Alfonso Sastre, Rafael Sánchez Ferlosio e Ignacio Aldecoa.
En 1955 publicó su novela El balneario, con la que obtuvo el Premio Café Gijón de novela corta, y en 1958 recibe el Premio Nadal por su primera novela larga, Entre visillos. Estos dos galardones habrían de suponer un poderoso estímulo para su carrera como escritora.
La obra de Martín Gaite se ha configurado, a lo largo del tiempo, como un puente entre el realismo de mediados de siglo XX y el intimismo, prestando en ella una atención primordial a los problemas de la mujer española de todos los tiempos. Los temas, recurrentes en todas sus novelas, giran en torno al conflicto entre la realidad y el sueño, lo que cotidianamente se interpreta y lo que se desea en secreto, a la soledad, a la esperanza. Se manifiesta al principio de su obra una tendencia a la crítica realista, dirigida contra la monotonía, las convenciones, la injusticia social y la insensibilidad de muy diversos sectores de la sociedad, con una especial reflexión sobre la vida de provincias y la situación de su propio sexo, orientación que luego abandonará para centrarse en un tipo de narrativa más ambiciosa: el transcurso del tiempo, lo fantástico, el azar, la búsqueda sempiterna de interlocutor.
En 1972, tras una larga etapa de distanciamiento de la universidad, se doctoró por la de Madrid con su tesis Lenguaje y estilo amorosos en los textos del siglo XVIII español, dirigida por Alonso Zamora Vicente, y que obtendría el Premio Extraordinario de Doctorado. A pesar de ello, siguió sin dedicarse a la enseñanza más que esporádicamente en Universidades extranjeras.
En 1978 obtuvo el Premio Nacional de Literatura por su novela El cuarto de atrás. Anteriormente, había publicado el libro de relatos Las ataduras (Barcelona, 1960) y las novelas Ritmo lento (Barcelona, 1963), Retahílas (Barcelona, 1973) y Fragmentos de interior (Barcelona, 1976). Después vendría la publicación de todos sus relatos, reunidos en Cuentos completos (Madrid, 1979) y el relato fantástico El castillo de las tres murallas (Barcelona, 1981). El resto de su narrativa es igualmente mencionable: Caperucita en Manhattan (1990), Nubosidad variable (1992), La reina de las nieves (1994), Lo raro es vivir (1996), Irse de casa (1998).
Martín Gaite es asimismo autora de poesía (A rachas, 1976; Después de todo, 1993), teatro (A palo seco, 1987), guiones de cine y televisión, y ensayo: Usos amorosos de la posguerra española (Premio Anagrama de Ensayo 1987), La búsqueda de interlocutor y otras búsquedas (Madrid, 1974), y El cuento de nunca acabar (Madrid, 1983). En 1995 le es concedido el Premio Nacional de las Letras por el conjunto de toda su obra.
Tradujo al castellano a Ignacio Silone, Italo Svevo, Eça de Queiroz, Flaubert, Perrault, Virginia Woolf, Emily Brönte, y William Carlos Williams, y preparó también ediciones críticas de diversos autores.
José Ángel Valente (Orense, España, 1929 - Ginebra, Suiza, 2000), poeta, ensayista y profesor universitario, comenzó los estudios de Derecho en la Universidad de Santiago de Compostela, trasladándose posteriormente a la de Madrid, donde se licenció en Filología Románica en 1954 con premio extraordinario.
Viajó al extranjero en 1955 y durante varios años imparte clases de lengua y literatura españolas en la Universidad de Oxford, en la que obtuvo el grado de Master of Arts. A partir de 1958 residió en Ginebra, donde trabajó como profesor y como funcionario internacional de la ONU. Entre 1982 y 1985 vivió en París, donde dirigió el servicio español de traducción de la UNESCO. En 1986 se instaló en Almería. Siguió ligado a la docencia, dictando clases, como profesor visitante, en universidades como la de Irvine, en California (Estados Unidos).
Aunque sus primeros poemas se publicaron cuando aún era estudiante, Valente se dio a conocer en el mundo literario al conseguir el Premio Adonais de Poesía, en 1954, con su libro "A modo de esperanza". Perteneciente, por nacimiento y edición, a la generación llamada del 50 o del medio siglo, comenzó siendo un poeta testimonial e irónico, hasta que a partir de "El inocente", en 1970, su poesía adquiere un acento epigramático y conceptista. Las trasposiciones teóricas, el léxico culto y en ocasiones críptico, la ironía y el sarcasmo caracterizan su nueva etapa. No obstante, Valente nunca aceptó la limitación que suponía encuadrarse en una determinada corriente literaria representada por cierto número de escritores. En sus palabras, "hay que romper la noción de contemporaneidad. Llegado un momento, el escritor tiene que hacer una opción de soledad absoluta, no tiene contemporáneos". En todo caso se asocia a Valente con el grupo de poetas que supieron diferenciarse en su práctica literaria de la poesía realista de sus precursores sin prescindir del compromiso ético de aquéllos, acentuando además la batalla por un lenguaje específicamente literario.
Junto con las citadas, destacan entre sus obras las siguientes: Poemas a Lázaro (1960), con la que obtuvo el Premio de la Crítica, La memoria y los signos (1966), Siete representaciones (1967), Breve son (1968), Presentación y memorial para un monumento (1970), Interior con figuras (1976), Material memoria (1979), Tres lecciones de tinieblas (1980), con la que gana nuevamente el Premio de la Crítica, Sete cántigas de alén (1981), Punto cero (1980), Mandorla (1982), El fulgor (1985), En Dios del lugar (1989), No amanece el cantor (1992) y Nadie (1996).
Además de su obra poética, José Ángel Valente escribió textos narrativos y poéticos en prosa como Numero trece (1971) y El fin de la edad de plata (1973). También publicó ensayos literarios: Las palabras de la tribu (1971), Ensayo sobre Miguel de Molinos (1974) y La piedra y el centro (1983).
Fue sometido a Consejo de Guerra en 1972, al considerarse que en el cuento El uniforme del general, incluido en el libro Número trece, aparecían conceptos ofensivos para el ejército. Al tener por entonces su residencia en Ginebra, fue declarado en rebeldía.
Colaboró en revistas como Índice, Ínsula, Revista de Occidente o Poesía, y en la prensa diaria, sobre todo en El País y en el suplemento Culturas de Diario 16.
En 1984 recibió el premio de la Fundación Pablo Iglesias, así como el Premio Nacional de Literatura en 1993 y el VII Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1998. Su obra poética ha sido abundantemente traducida al francés, pero también a otras lenguas europeas, como el inglés, el francés, el italiano o el alemán.
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