Contenido principal
S.M. Husein I de Jordania Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 1995
Majestad,
Alteza Real, Príncipe de Asturias,
Excelencias,
Señores y Señoras,
Es siempre para nosotros un gran placer estar en España, un país que siempre ha tenido un lugar especial en mi corazón, un país de viejos y entrañables amigos.
Les agradezco a todos que estén aquí para compartir conmigo este momento tan lleno de orgullo para mí.
El Premio Príncipe de Asturias de la Concordia tiene para mí un significado especial.
Hoy, aquí en Asturias, lugar de nacimiento de la Reconquista, un dirigente árabe y musulmán es honrado en nombre de la paz, pues fue en España donde la convergencia de la gran herencia de las tres confesiones de Abraham: Judaísmo, Cristianismo e Islamismo, se fundieron para producir un despertar cultural sin precedentes.
Esta herencia de fe, conocimiento y cultura se ha extendido desde España a Europa y más allá, al Nuevo Mundo.
Hay muchas lecciones valiosas que se pueden sacar de la rica historia de España. Las semillas del ingenio humano fueron cultivadas por la tolerancia y la convivencia pacífica. Esta notoria época produjo a muchos grandes hombres y mujeres que, hasta hoy en día, siguen siendo fuente de inspiración y orgullo para toda la humanidad.
Entre ellos se encuentra el venerable místico judío Ibn Maimum, conocido como Maimónides, médico de Salah al-Din e hijo de Toledo; y el estudioso cristiano Ramón Llull, que escribía en la lengua árabe; e incluso, el gran Ibn Arabi de Murcia, un hombre universal que comprendió la unidad real de toda la creación.
Por tanto, podemos estar orgullosos de que, en la España musulmana, la antigua comunidad judía de Toledo prosperaba, y que las campanas de las iglesias de Al-Andalus jamás dejaron de sonar.
Juntos, musulmanes, cristianos y judíos de España produjeron una dinámica sociedad multicultural. Sin embargo, todo esto no puede explicar de modo adecuado la alta consideración y el hondo afecto que sentimos por España. Es la España de hoy la que ha logrado un lugar especial en nuestros corazones.
La transformación tan en concordia y de tan enorme importancia que España ha experimentado bajo el liderazgo sabio y valeroso de mi entrañable amigo y hermano, Su Majestad el Rey Juan Carlos, y vuestro compromiso con los principios de la democracia, el pluralismo político, los derechos humanos y la paz global han merecido el respeto y la admiración de mi pueblo y del mundo en general.
Fue, por tanto, lógico que Madrid, en 1991, fuera la ciudad anfitriona de la Conferencia de Paz para Oriente Medio. Las negociaciones de paz que allí se desarrollaron culminaron en el Tratado de Paz entre el Reino Hachemita de Jordania y el Estado de Israel, firmado ayer hace un año. Junto con los acuerdos Oslo I y II entre la Organización para la Liberación de Palestina e Israel, hemos establecido, si Dios lo quiere, los sólidos cimientos para una paz justa, duradera y solidaria en Oriente Medio.
Es mi sincera esperanza que, para nuestros hijos y nietos, el nombre de Madrid sea sinónimo del nombre de la paz.
Majestad,
Alteza Real, Príncipe de Asturias,
Excelencias,
Señoras y señores,
Hacer hincapié en las enemistades del pasado es morar en la oscuridad. Por el contrario, ¡debemos elegir la vida! Éste es el camino que Jordania ha elegido; el camino de la estabilidad, de la esperanza, de los sueños de un futuro mejor para las generaciones venideras.
Durante casi cincuenta años nuestro pueblo ha luchado y hecho sacrificios, pero ya es hora de construir un mundo nuevo donde todos los pueblos tengan la posibilidad de vivir una vida de dignidad y seguridad. Sus voces deben ser escuchadas, sus opiniones deben ser tenidas en cuenta y todos deben vivir en una sociedad justa.
En efecto, para nosotros, en Jordania, nuestro compromiso inquebrantable con la paz no es más que un complemento a nuestro compromiso, igualmente inquebrantable, con la democracia, el pluralismo político y los derechos humanos.
Sin embargo, aún queda mucho por hacer. La paz que hemos forjado debemos nutrirla, sustentarla y defenderla. Esta defensa no precisa tanto de cañones, tanques y aviones, como de escuelas, puestos de trabajo y esperanza. La piedra angular de la auténtica estabilidad y seguridad se sustenta en la prosperidad económica y en el fin de la división entre los ricos y los menos afortunados.
Es aquí donde Europa debe desempeñar un papel porque ahora es la hora de Europa. No hablo de norte contra sur, sino más bien de socios que comparten el legado de las ricas y plurales culturas de la región mediterránea. Pretendemos liberar las grandes energías y el gran potencial de nuestros pueblos.
Somos conscientes de que para lograr un crecimiento económico sostenible se debe permitir al sector privado que funcione libremente, de modo que las inversiones nacionales y extranjeras puedan generar la chispa que impulsará las economías cansadas de la guerra de Oriente Medio.
Con este objetivo, seremos los anfitriones, dentro de dos días, en Amán, de la cumbre económica de Oriente Medio y Norte de África. Los sectores públicos y privados de sesenta países, así como numerosas organizaciones, se reunirán para revisar y adoptar proyectos de desarrollo que beneficiarán a todos los pueblos de nuestra región y más allá.
Sobre estas bases, a la cumbre de Amán seguirá en breve la Conferencia de Barcelona, que reunirá a empresas de ambos lados del Mediterráneo para realizar y explorar proyectos conjuntos en los campos del comercio y la industria.
Por último, quisiera rendir homenaje a los anteriores galardonados con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia por sus valiosos logros. Asimismo agradezco profundamente la propuesta que se ha hecho de mi persona para este galardón.
Os agradezco de nuevo, Alteza, el premio que se me acaba de entregar, un premio a la paz. Tengo el honor de aceptarlo en nombre de mi familia de Jordania, mi pueblo.
Quisiera agradeceros, Majestad, así como a Su Majestad el Rey Juan Carlos, Vuestra cortés hospitalidad, y espero que Noor y yo podamos pronto daros de nuevo la bienvenida en Jordania.
Rezo para que Dios Todopoderoso les bendiga a todos y nos conceda todo el éxito para cumplir con la responsabilidad que nos ha sido encargada.
Fin del contenido principal