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El Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Gutemalteca Premio Príncipe de Asturias Cooperación Internacional 1997

El Gobierno de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Gutemalteca

Intervención del Sr. D. Álvaro Arzú, presidente de Guatemala

Distinguidos asistentes,

Me complace profundamente, en nombre de mi Gobierno, recibir la alta distinción que significa el Premio Príncipe de Asturias, y concurrir a esta espléndida ceremonia celebrada en una tierra hermana con la cual nos vincula la historia, y cuya geografía montañosa tanto nos recuerda la nuestra.

Agradezco a los miembros del Jurado por la generosidad de su veredicto, y lo hago en primer lugar en representación de mi pueblo, que sufrió los rigores de la confrontación e hizo posible la transición a la democracia, lo cual constituyó la base para conquistar la paz.

Asimismo, considero muy afortunado que este premio le haya sido concedido a mi Gobierno, pues más allá de los liderazgos personales, la paz ha sido posible por un esfuerzo de conjunto, por una tarea de equipo, dentro de la cual fue sobresaliente la contribución del Ejército de Guatemala.

Con respecto a URNG, quiero reiterar lo que ya he planteado en otras ocasiones: que tuvimos a un interlocutor animado de un espíritu patriótico y convencido de la necesidad de la paz, lo cual hizo posible la feliz conclusión del proceso y la superación de sus principales escollos. Hoy URNG es un partido político en formación que se ha integrado positivamente a la vida política legal del país.

Habernos concedido a ambos el premio de la Cooperación Internacional significa a mi juicio una generosa valoración de lo que el proceso de paz guatemalteco aporta y puede aportar para la convivencia entre las naciones y entre los pueblos. Asimismo, la paz en Guatemala es un fruto concreto de la nueva era en las relaciones internacionales que se han instaurado en este fin de milenio, y de la solidaridad internacional que es una de sus características. Para nosotros los guatemaltecos es motivo de profunda satisfacción saber que nuestra paz interna en algo ha correspondido al aporte de tantos hermanos en todo el mundo.

Señoras y señores:

Aunque nos falta mucho por realizar, Guatemala es hoy muy distinta de lo que fue. La violencia política ha desaparecido de nuestro suelo, y en cambio florece una democracia sin exclusiones que libera el potencial creativo del pueblo guatemalteco y ensancha los caminos de la tolerancia, la pluralidad y la apertura a lo nuevo y a lo diverso.

La libertad impera en nuestra Patria y las viejas heridas van cicatrizando en la medida que desaparece la impunidad que se amparaba en la complicidad o en la tolerancia del poder. En la medida que las oportunidades de desarrollo van llegando a un pueblo sufrido y laborioso que se incorpora a la modernidad desde la profundidad de sus milenarias raíces culturales.

La paz no es ausencia de conflictos, sino métodos pacíficos, legales y democráticos para resolverlos. La paz firme y duradera requiere la equidad social y cultural, y esa es la ruta que profundizan los Acuerdos de Paz. La lucha contra la pobreza, los privilegios y la discriminación es y deber ser una prioridad nacional permanente, porque de ella depende que se ensanche y consolide la unidad del pueblo guatemalteco, que es su principal recurso para construir el presente y el futuro.

Todavía es temprano para evaluar la época vivida, y más temprano aún para valorar lo nuevo que ha surgido en nuestra sociedad. La urgencia de colmar tanto rezago y el ansia que ello nos provoca, impiden justipreciar lo que hemos avanzado, y sobre todo las bases de futuro que hemos ido construyendo.

Aún no tenemos la distancia histórica que es necesaria para reconocer el rico sedimento que la misma tragedia produjo, y diez meses de paz después de cuatrocientos meses de guerra, no alcanzan para hacer evidente que frente a nosotros se abren los anchos caminos que nuestros primeros padres de pedían al corazón del cielo y de la tierra en el alba de los pueblos. Caminar por ellos o extraviarlos sólo depende de nosotros.

En el esfuerzo de la paz y del desarrollo hemos recibido la generosa contribución del pueblo español y de sus autoridades. Nos acompañaron a lo largo del proceso de negociación desde las posiciones de compromiso del Grupo de Países Amigos, y no han escatimado esfuerzo para apoyarnos en la construcción de la paz. Sabemos que el pueblo español ha seguido las incidencias de la paz, siendo solidario ante sus dificultades y regocijándose con los éxitos obtenidos.

En este momento crítico y luminoso de nuestro acontecer nacional, se han enriquecido y ensanchado los vínculos históricos y culturales con este noble pueblo. Una expresión concreta de esto ha sido el beneplácito y el calor humano con el cual el pueblo guatemalteco recibió recientemente la entrañable visita de Su Majestad, la Reina Sofía, quien engalanó nuestro suelo y nos enalteció con las muestras de su amor a Guatemala y a su gente.

España ha sufrido como pocos países los rigores de la guerra, y a su vez conoce las dificultades y las inestimables conquistas de la transición a la democracia. En su suelo coexisten pueblos distintos y se hablan idiomas diferentes, en un marco de unidad que respeta y propicia la riqueza de lo diverso. Mucho tenemos que aprender y que compartir, pues nuestra Guatemala es un rico mosaico natural y social que tiene que extraer su fuerza y su identidad de la unidad en la diversidad, y ésta sólo es posible en democracia.

Al reiterar nuestra satisfacción por este premio Príncipe de Asturias de la Cooperación Internacional, queremos recordar que la cooperación es el signo de los tiempos, porque la humanidad enfrenta desafíos imposibles de solventar sin el concurso de todos, y porque la solidaridad mutua es la más alta expresión de la hermandad entre los seres humanos.

Muchas gracias.

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