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Riccardo Muti Premio Príncipe de Asturias de las Artes 2011
Majestad, Altezas, excelentísimas e ilustrísimas autoridades, [todas las] señoras y señores del público y distinguidos premiados:
Me quedé muy sorprendido cuando se me pidió que pronunciara unas palabras, porque los directores de orquesta nunca deberían hablar. Pero, puesto que estoy aquí, algo tendré que decir. En primer lugar, algo importante: es un gran honor para mí recibir este reconocimiento de gran prestigio, en este bellísimo teatro, de manos del Príncipe y ante la Princesa [de Asturias] y Su Majestad [la Reina].
Lógicamente, todos esperan que yo diga que la música es la cosa más hermosa del mundo, que la música une, que la armonía y la belleza son imprescindibles en el mundo para que el mundo siga adelante. Esto lo decimos siempre; sin embargo, vivimos en la falta de armonía, vivimos en la lucha, vivimos en la guerra, vivimos en el odio. Esto significa que debemos seguir insistiendo para que se alcance la belleza y para que el bien triunfe sobre el mal.
De hecho, escuchando el bellísimo discurso del gran Leonard Cohen, me vino a la memoria algo importante: la importancia del encuentro. El encuentro: la música es encuentro, la ópera es encuentro y de los encuentros brotan luego estas maravillas que nos asombran y nos apasionan. Naturalmente, mi tarea hoy, en calidad de músico, no es tan solo demostrar si soy capaz de dirigir, más o menos, a Verdi, o a Beethoven o a Strauss, sino si a través de la música puedo hacer que los encuentros lleven a la belleza y a la hermandad.
Dicho lo cual −y no quiero insistir porque se puede caer fácilmente en la retórica−, quisiera más bien aprovechar esta ocasión para decir –esta tarde, todo el mundo le está dando las gracias a España, pero yo tengo que dárselas también porque soy napolitano−… Bien, ¡se han reído! Cuando era niño y vivía en Nápoles y mi madre me decía: “Ve a por jamón o salchichón a Via Roma”, no decía “Via Roma”, decía: “Ve a Toledo”. Aún hoy en día, en Nápoles, Via Roma es para los napolitanos “Toledo”. Los barrios más extraordinarios de Nápoles, que representan a la Nápoles auténtica, apasionada, se denominan “barrios españoles”. Y el Teatro de San Carlos, el Real Teatro de San Carlos que es, no porque lo diga yo, sino porque lo dice todo el mundo, lo lamento, el más hermoso teatro del mundo, se construyó por voluntad de Carlos III de Borbón. ¿Esto qué significa? Que la relación entre Nápoles y España ha sido una relación sumamente importante, fuerte y significativa.
Y si nosotros, el próximo mes de marzo en Madrid interpretaremos una obra de Saverio Mercadante, que fue un ilustre músico de la Escuela napolitana, podremos hacerlo porque hemos encontrado el manuscrito en la Biblioteca de Madrid. Porque Mercadante fue un músico que gozó de gran relevancia en este país.
Por lo tanto, recibo este Premio tan prestigioso esta tarde dándoles las gracias no tan solo a la Fundación, al Príncipe [de Asturias], sino también a España, porque a la vista está que yo no soy del norte sino un hombre profundamente mediterráneo. Por consiguiente, estoy seguro de que parte de mi sangre es española. Así que este premio tiene un doble significado. Gracias.
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