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Museo Nacional del Prado Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2019
- Discurso pronunciado por Javier Solana, presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado
Majestades,
Altezas Reales,
Autoridades,
Amigos y amigas,
He de comenzar expresando mi agradecimiento al jurado del Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades por haber acordado su concesión al Museo Nacional del Prado al considerarlo símbolo de nuestra herencia común y en reconocimiento, como añade el acta, a la labor de preservación y divulgación de uno de los más ricos patrimonios artísticos del mundo.
Hago este agradecimiento en nombre del Real Patronato del Museo Nacional del Prado y de cuántos cada día aportan su trabajo y conocimientos para incrementar su prestigio y condición de referente de identidad, de historia compartida. Una labor que es fuente de inspiración y de estímulo exigente para el país que somos y seguiremos siendo.
El Museo reúne un impresionante conjunto de obras maestras que lo sitúan por derecho propio entre los templos de la cultura universal.
Pero en él hay algo de misterio. Decía el poeta “…quiero sacar de ti, tu mejor tú” y esa magia se hace verdad en cada visita al Prado: nos transforma, nos ilumina…nos acerca a lo más profundo de nosotros mismos.
El Museo nació el 19 de noviembre de 1819 como una seña de identidad dinástica, pero pronto se deslindó de su carácter familiar, abriéndose al público primero y convirtiéndose en museo nacional después.
Esa transformación ha conseguido que sea el conjunto de la sociedad española quien haya asumido la tarea de velar por el Museo, mejorarlo, enriquecerlo y adecuarlo a su tiempo, incluso en las horas más difíciles de nuestra historia.
El Museo es así un reflejo de lo que los españoles hemos vivido a lo largo de los siglos, pero también del alma de cada uno de nosotros. El Prado puede entusiasmar al ciudadano de cualquier rincón del mundo con infinidad de narraciones, desde las que evocan gestas de emperadores en cuyos reinos nunca se ponía el sol hasta tiernas y tristes escenas donde asoman la soledad, la pobreza o el hambre…pero también la paz, la piedad y el perdón.
Decía Ramón Gaya, pintor que vivió el exilio, que el Prado visto en la distancia “no se presenta nunca como un museo sino como una especie de patria”, entendiendo este término no como una limitación de fronteras sino como un lugar capaz de cobijar el alma humana.
Por eso el Prado no es solo de la ciudad de Madrid estando allí. Por eso no es un museo solo español, siendo parte de todos y cada uno de los españoles. Es una institución que forma parte esencial del patrimonio común de la humanidad y un compendio de la mejor aportación de España a la cultura universal.
Con el permiso y la comprensión de Sus Majestades los Reyes de España, en un día tan especial y en una ocasión tan solemne me gustaría dirigirme a su Alteza Real la Princesa de Asturias en presencia de Su Alteza Real la Infanta Doña Sofía, en nombre de quienes amamos el Museo del Prado.
Alteza, os habla un español que tiene el privilegio de presidir en este momento el Real Patronato del Museo del Prado cuya presidencia de honor desempeñan de manera activa y comprometida Sus Majestades los Reyes.
Quiero deciros que el Prado es un museo lleno de vida y valores y en ellos late la belleza. La belleza verdadera y profunda que otorga sentido a la vida y que, vibrante y cercana, nos reafirma en la alegría, la trascendencia y la genialidad creativa.
Estoy seguro, Altezas, de que a lo largo de Vuestras vidas tendréis en el Museo del Prado un amigo bueno y leal. Una referencia permanente.
El Museo nunca os decepcionará. Os abrirá horizontes y os reconfortará a Vos y a todas las mujeres y hombres de vuestra generación, como ha hecho siempre. Nuestro gran país, España, se vuelve siempre más universal, libre y tolerante cuando se contempla a sí mismo en las obras maestras del Prado.
Majestades, concluyo ya.
Esta distinción que hoy recibimos nos servirá de estímulo para culminar el esfuerzo extraordinario en el que estamos empeñados: la recuperación del Salón de Reinos del antiguo Palacio del Buen Retiro.
Una labor que es un reto para todos. Para quienes trabajamos en la institución y para todos los ciudadanos, quienes con su mirada y reflexión hacen que el Museo del Prado alcance todo su sentido, a la vez, íntimo y universal.
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