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Eliud Kipchoge Premio Princesa de Asturias de los Deportes 2023

Eliud Kipchoge

Majestades, Altezas Reales, Distinguidos premiados, Señoras y señores:

Recibir este premio esta noche me llena de honor, ya que es un reconocimiento a aquello en lo que he creído profundamente a lo largo de mi vida profesional. Para algunos, correr es simplemente un acto de movimiento físico, pero desde que comencé a correr cuando era niño en Kapsabet, Kenia, supe que correr significaba algo mucho más grande que eso.

¿Saben? correr no es sólo movimiento físico. Correr es un vehículo que tiene el poder de unirnos. Correr une a personas de todos los ámbitos de la vida, permitiendo que distintas culturas y trayectorias se unan para correr. Esa es una de las cosas que hace que correr un maratón sea tan especial. Y no me refiero sólo a mí personalmente: el que está intentando ganar la carrera. Me refiero a los otros cuarenta mil corredores que corren la carrera conmigo y, sobre todo, a los miles de personas en las calles animándolos.

Cuando corres, no importa tus orígenes. No importa el color de tu piel. Esas personas te animarán a lo largo de la carrera porque, en ese momento, nos reunimos todos para celebrar el acto de correr. Correr es testimonio de que todos somos uno. Correr un maratón es una celebración. Un momento en el que te aplauden por las infinitas horas de dedicación, disciplina y pasión que has invertido en tu entrenamiento hasta alcanzar ese momento. Seas un atleta profesional como yo, el dueño de un negocio o un padre soltero. Todos hemos tenido que encontrar tiempo en una agenda apretada para perseguir un sueño.

Por eso siempre digo que debemos hacer de nuestro mundo un mundo que corre. Porque un mundo que corre es un mundo feliz. Y un mundo feliz es un mundo en paz. Existe un fuerte paralelismo entre correr y nuestra vida cotidiana, donde, para ser felices, debemos centrarnos en nuestra salud mental y superar los desafíos que se nos presentan antes de alcanzar, por fin, la proverbial línea de meta. Porque déjenme compartir una cosa con ustedes esta noche: alguien que termina un maratón, es capaz de lograr cualquier cosa en la vida.

Puedo decir aquí hoy que soy un hombre muy afortunado por tener una carrera profesional que me ha aportado tantos momentos señalados, medallas de oro olímpicas y récords mundiales... una carrera que, además, ha inspirado a tanta gente en todo el mundo. Es una trayectoria dilatada que testifica un ascenso lento y constante hasta la cima. Creo que no se puede apresurar el éxito; requiere una actitud firme tanto en los deportes como en la vida. Para llegar a la cima se necesita mucha disciplina, innumerables horas de duro trabajo en momentos en el que resulta más fácil parar y descansar. Exige creer en uno mismo –claro que un poco de talento ayuda–, pero sobre todo requiere un equipo fuerte a tu alrededor. Uno no puede tener éxito solo. Nos necesitamos unos a otros, tanto en la vida como en los deportes.

La gente suele preguntarme cómo celebro mis éxitos. Puedo asegurarles que no soy alguien que salga de fiesta hasta altas horas de la noche con champán después de ganar una carrera. Me gusta volver a mi campo de entrenamiento en Kenia y plantar un árbol. Mis compañeros de equipo y yo establecimos la tradición de plantar un árbol para celebrar nuestros éxitos por el camino. Ya que, una vez alcanzada la meta, el momento de gloria es fugaz. Pero la alegría que produce el crecimiento de un árbol dura muchas vidas.

Como deportistas, entrenamos en el bosque. Necesitamos el bosque ya que es bueno para nuestra salud y para poder respirar bien. Quiero que el mundo respire bien y no se puede respirar sin los bosques. Por eso tengo una misión. Creo que todos tenemos un futuro fructífero por delante, pero es un futuro que todos debemos cultivar con cuidado. Para contribuir a esta misión, establecimos hace unos años la Fundación Eliud Kipchoge, donde nos centramos en dos cosas: el medio ambiente y la educación. Debemos centrarnos en inculcar prácticas de sostenibilidad acertadas que permitan cuidar nuestro planeta.

Quiero tender la mano para ayudar a salvar y hacer crecer los bosques en todo el mundo. La educación es el otro asunto importante y es clave para un buen desarrollo del mundo. Me he comprometido a ayudar a programas educativos dentro de Kenia, pero la educación concierne al mundo entero y me gustaría ir más allá. Los invito a unirse a nuestra misión y a ayudar a llevar el conocimiento adecuado sobre estos temas a nuestros jóvenes en Kenia y en todo el mundo.

Permítanme acabar esta noche compartiendo mi mantra: Ningún ser humano está limitado.

Porque solo podremos alcanzar la grandeza si creemos plenamente que no hay nada que nos detenga. No hay límites; es nuestra mente la que nos lo hace creer de forma engañosa. Les insto, por lo tanto, a que miren al mundo así; a que vean el mundo sin límites y a que vean todo lo que es posible. También les invito a que empiecen a correr, no importa cuán lejos ni cuán rápido. Entonces, empezarán a sentir lo que yo siento.

Un mundo que corre es un mundo feliz. Un mundo que corre es un mundo unido.

Gracias.

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